sábado , 23 noviembre 2024
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El poder de la cumbia en Ya No Estoy Aquí

Estrenada en 2019, y recién subida en la plataforma digital Netflix, Ya No Estoy Aquí es un retrato duro sobre la marginalidad y la sobrevivencia. Esta película mexicana se sitúa en las colinas de la ciudad de Monterrey, donde habitan los marginados, la pobreza y la violencia. 

En la trama nos encontramos un pequeño grupo de adolescentes que gustan de bailar cumbias en fiestas que llaman las Kolombianas, y que casi son rituales que reúnen mística, fuego, noche y música. Ulises, de 17 años, es el personaje principal y es el líder de una pandilla apodada Los Terkos.

Los Terkos tienen una apariencia particular, con cortes de pelo tribales y ropa holgada, que los hace distintos y orgullosos de su pandilla. Ulises sufre el maltrato de narcotraficantes, por vestirse diferente y por ser amigo de una pandilla rival. En un confuso acto violento con los “narcos”, Ulises sobrevive pero es acusado confabular los asesinatos de los integrantes de la pandilla que, técnicamente, eran sus amigos. Entonces, el joven se ve forzado a huir del asentamiento con su familia.

Ulises es enviado de emergencia a Nueva York, y empieza a padecer la marginación del idioma, de ser mexicano y de ser pandillero. Ulises sigue bailando y mostrando su pasión por la cumbia, pero esto le provoca que lo golpeen y se quede solo en la gran ciudad.

El relato cinematográfico es duro y difícil de digerir. Estamos ante la presencia del abandono, la pobreza y la desigualdad que enfrentan estos jóvenes sin ningún futuro. A esto le tenemos que sumar que tienen que negar su individualidad, ya que les traerá consecuencias como el abuso y, en el peor de los casos, la muerte. 

Ya No Estoy Aquí es un retrato marginal con un final desgarrador, con la contraparte de tener una banda sonora de cumbia endiablada, que invita a desinhibirse y a danzar en completa y desenfrenada felicidad. La película defiende y muestra la lucha por crearse una identidad o aspiración personal, con el fin de estar orgullos del origen de cada uno, pero esto se diluye a causa del mundo y los vicios. 

La cinta nos ofrece postales de la ciudad de Monterrey, Nuevo León, donde nos admiramos de los enormes edificios y las montañas azules, que son testigos mudos de la pobreza y las humildes viviendas de block, en algunos casos arruinadas por el tiempo y el abandono. Mientras todo esto sucede aparecen cumbias, como la de Lisandro Meza, con una letra nostálgica y lacerante que rompe la miseria del momento: “¡Ay, me da!, qué tristeza que me da, me da /Me da la lejanía, ¡ay, me da! / Qué tristeza que me da, me da /Me da la lejanía, ¡ay, me da!”.

Fernando Frías, quien tiene en sus haberes series de televisión y documentales, dirige este filme. Este, su segundo largometraje, cuenta con las actuaciones de Juan Daniel García Treviño, en el papel de Ulises, y Xueming Angelina Chen, como Lin. Muy recomendada.

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