Después de más de 10 meses de no entrar en una sala de cine (el período más largo de tiempo que recuerdo), logré sentarme nuevamente en una butaca. No fue necesario un traje de astronauta más el excesivo uso de alcohol en gel. Con una mascarilla y el distanciamiento social fue suficiente.
Resultó ser el ambiente perfecto para personas que gustan de ir a ver un filme, sin lidiar con asistentes que tienen la costumbre de charlar, durante toda la función, acerca de los últimos chismes de la comunidad. Al acomodarme en la butaca y ver la pantalla gigante, no pude dejar de tener esa agradable sensación de: “Bienvenido a casa”. En todo momento me sentí seguro, y ya tengo ganas de volver.
Mi motivación principal para este añorado regreso, como buen geek y aspirante a Nolan-fan senior, fue mantener mi récord de haber visto todas las películas dirigidas por Christopher Nolan en una sala de cine. Siempre he pensado que sus filmes merecen ser apreciados a lo grande, mejor dicho, a lo gigante. Nadie sabe explotar cosas como lo hace Nolan.
Y eso hace Tenet, el último título dirigido por este cineasta británico. Te explota, ya sea por su trama confusa o con sus opulentas escenas de acción.
La trama es desafiante. Si te distraes unos segundos con tu celular o por un pequeño pensamiento que pasó volando frente a ti, es probable que no entiendas la historia. Por una parte, están los viajes y reuniones del protagonista (John David Washington) alrededor del mundo, con conversaciones que van tan rápido como una bala, ya sea al derecho o invertida (broma spoiler).
Por otro lado, tenemos la explicación de lo sobrenatural, del elemento sci-fi que se entrega por cucharadas durante la historia. No puedo mentir y decir que entendí todo. Inclusive, en una escena, una científica le recomienda al protagonista: “No trates de entenderlo, solo siéntelo”. “Seguiré ese consejo”, respondí ante la indirecta.
Tenet es un filme que merece ser visto en una pantalla gigante. Conozco a personas que ya la vieron en su computadora y no les gustó. Tengo otro amigo, a quien no delataré, que vio esta película en su celular. Ay, la humanidad duele a veces.
Está lejos de ser la mejor obra de Nolan, pero creo que tampoco busca serlo. Es un monstruo independiente con la firma inconfundible del autor. Y, como todo filme de Nolan, les aseguro que es inolvidable.
Si pueden, háganse el favor de regresar a las salas de cine y disfrutar este título acerca de detener algo peor que un holocausto nuclear. ¡Algo peor!
