Según mi criterio, algunos acontecimientos en la música sucedieron en un abrir y cerrar de ojos. Sin embargo, la marca que dejaron es innegable. Como si se hubiera tratado de un terremoto o tsunami, a veces solo toma unos cuantos segundos devastarlo todo. Cuando pienso en eso, medito en el punk.
Algunos de los héroes del punk ya no están con nosotros pero, afortunadamente, otros solo se hicieron más viejos y siguen por aquí para contar la historia vista con sus propios ojos. Eso es algo que personalmente les envidio un poco. No me culpen, no soy por naturaleza envidioso, pero me hubiera gustado ver muchas cosas que no coincidieron con mi tiempo.
Legs McNeil y Gillian McCain son los autores del libro PLEASE KILL ME: The Uncensored Oral History of Punk (PKM). McNeil fue uno de los fundadores de Punk Magazine y editor de Spin Magazine, mientras McCain es una escritora y poeta especializada en la contracultura americana. Ellos son el dúo perfecto para hablar de una época que vivieron y de la que fueron testigos, recopilando todos esos testimonios de lo que sucedió cuando el punk nacía en la ciudad de Nueva York.
PKM es un libro que por momentos es escandaloso, insolente, divertido, cruel y grosero, pero también es conmovedor. Aunque tampoco pretende ser edificante, solo nos cuenta cómo fueron las cosas. Finalmente, es un título acerca de un grupo de personas, en su mayoría en mal estado, tanto físico como emocional y, en el mejor de los casos, semiestables, y de talento bastante limitado que, no obstante, se unieron para crear algo grandioso. Es la historia de esos individuos que abrazaron la filosofía DIY (Do It Yourself). Es decir, en su manera retorcida de ver las cosas, entendieron que si ellos no hacían que las cosas sucedieran como ellos querían, nadie lo haría por ellos.
Todos aquellos que marcaron este momento en la música están en PKM: The New York Dolls, MC5, The Dictators, The Dead Boys, Iggy Pop, The Ramones, The Sex Pistols, Andy Warhol, Lou Reed y Patti Smith, entre otros. Alrededor de estas personas se ha creado toda una mitología del punk, pero en este libro sus autores no tienen miedo de hacer estallar la burbuja una y otra vez. Si algo entendieron muy bien, es que el punk significaba algo para todos esos personajes y, como testigos de ese momento, saben que al punk le importa una mierda lo que piensen los demás.
Si se hizo música que cambió el rumbo de la historia con tres acordes e instrumentos de segunda mano, entonces este libro demuestra que también se puede hacer punk con la literatura. Su actitud se muestra en cada página de PKM. Sin tanto rodeo y directamente, como un puñetazo a la cara, nos deja con un buen moretón para seguir recordando esas historias bastante alocadas de una época que, por alguna razón, se siente lejana. Lo que definitivamente sigue presente es su espíritu contestatario, que ahora es más necesario que nunca.
Al terminar de leer el libro no pude evitar reflexionar en que, a veces, todo se termina demasiado pronto . Y eso es triste y hermoso a la vez.