Fue actriz y directora, pero sobre todo, una maestra del teatro guatemalteco.
Acumular 76 años sobre los escenarios es un privilegio de pocos intérpretes. María Teresa Martínez lo consiguió, pero más allá de presumirlo, lo abrazaba con humildad, amor y mucho trabajo. La actriz y directora, cuyo nombre quedó irremediablemente ligado al montaje de Don Juan Tenorio en nuestro país, falleció el viernes a los 83 años convertida en maestra y leyenda del teatro guatemalteco.
Su templo
Nacida en 1937, María Teresa Martínez vivió por y para el teatro. Hija del actor y director Alberto Martínez, su debut sobre las tablas le llegó con tan solo siete años en la obra El Monje Blanco, recordaba hace unos meses en declaraciones al Diario de Centro América: “Necesitaban a un niño que hiciera a Mayolín pero como no había, me pidieron que lo interpretara. Yo aún no sabía leer y era una pieza en verso español, así que mi papá me ayudó a aprender y a ensayar mi papel”.
Aunque en los primeros años de su infancia vio el teatro como un juego del que quería ser parte, fue durante su participación el montaje Retazo que tomó conciencia de la responsabilidad que conllevaba. “Percibí que todo era respeto, no solo al arte, sino a cada escenario y al público. Desde ese momento tuve claro que el teatro es un templo que uno pisa. Está ligado al espíritu y debe valorarse como un segundo hogar”, afirmaba.
Junto a nombres como los de Mildred Chávez y Consuelo Miranda, Martínez se convirtió en un baluarte de las artes escénicas. “Por su capacidad histriónica, las tres eran el referente de lo que todo actor soñaría con ser. María Teresa era una actriz de carácter, que actuó en todas esas obras dramáticas en las que cabía una intérprete de su coloratura”, explica el actor e historiador del arte Guillermo Monsanto.
Cientos de veces subió Martínez al escenario, y muy recordados son sus papeles en las adaptaciones de las obras de Federico García Lorca: La Casa de Bernarda Alba y Bodas de Sangre. Actuó, además, en Pluma en el viento, No me esperes mañana, El escándalo de la verdad, El cuarto de Verónica y Tres A. M., en la que su personaje moría en escena, recuerda Monsanto. Llegó también a ponerse delante de las cámaras, con participaciones en cintas como Paloma herida (1963), dirigida por el mexicano Emilio El Indio Fernández.
Asunto de familia
En la historia del teatro nacional, sin embargo, el nombre de Martínez quedará irremediablemente ligado al de Don Juan Tenorio. Para la actriz, esta puesta en escena era un asunto de familia, pues su padre la actuó y dirigió durante muchos años. En esta pieza, debutó como la hermana Tornera, para después interpretar a Lucía, a doña Inés, a La madre abadesa y a Brígida, hasta que finalmente tomó las riendas como directora.
“Entrar en Don Juan Tenorio era como graduarte de actor. Es una obra sumamente difícil porque es en verso, y no te puedes equivocar. María Teresa nos conducía con paciencia todos los años, pidiéndonos algo más para que siguiéramos sumando”, rememora Monsanto, quien fue parte del montaje durante 13 años. Precisamente, en noviembre de 2019, y luego de 15 años de dirigir esta pieza, la actriz entregó la estafeta a su hija, Gretchen Barnéond.
Monsanto, quien además tuvo el privilegio de llamarse amigo de Martínez, la describe como una mujer culta, que sabía mucho de historia, artes plásticas, música y literatura. “María Teresa deja legado como una sólida figura femenina, con una carrera impecable y con un perfil actoral de primera categoría. Es un legado que se escribe con trabajo, con amor y con entrega, y que se comparte en familia”, cierra.
Homenaje
En consonancia con su legado, el Ministerio de Cultura y Deportes le rindió un homenaje a María Teresa Martínez. Colegas, amigos y familiares de la actriz participaron en estas honras fúnebres que tuvieron lugar el sábado en la Sala Efraín Recinos, del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias. La ceremonia estuvo presidida por el titular de la cartera, Felipe Aguilar, quien expresó sus condolencias a los seres queridos de la intérprete y recalcó el profundo vacío que deja la muerte de esta leyenda del teatro guatemalteco.