María Teresa Martínez llevaba el teatro en las venas, y de allí que subiera al escenario cientos de veces y se fundiera en distintos personajes como solo ella podía hacerlo. Desde su debut como intérprete en El monje blanco hasta su rol de directora en su amada obra, Don Juan Tenorio, cultivó un legado de 76 años. La primera actriz falleció esta mañana, a los 83 años de edad, según confirmó su hija Gretchen Barnéond.
Su eterno amor
María Teresa Martínez (Ciudad de Guatemala, 1937) subrayaba que su fascinación por el teatro lo traía en la sangre, pues desde pequeña se enamoró de la manera en la que su padre, Alberto Martínez, se transformaba sobre el escenario. Esa entrega y compromiso, Martínez las adoptó como su sello personal, el cual dejó marcado en cada obra en la que participó durante sus 76 años de carrera.
“La primera actriz de Guatemala” como la nombraban sus colegas, separaba su carrera en dos partes, relató en una entrevista con Diario de Centro América, en 2018. La primera de 1944 a 1969, cuando fue parte de la Asociación Dramática Nacional, bajo la tutoría de su padre, y la segunda, a partir de 1971, cuando regresó de México para forjar su camino de forma independiente.
Su huella
A lo largo de su trayectoria, participó en obras como Retazo, Pluma en el viento, No me esperes mañana, El escándalo de la verdad, Bodas de sangre, La casa de Bernarda Alba y El cuarto de Verónica, entre muchas otras.
El corazón de Martínez, sin embargo, perteneció a Don Juan Tenorio. En esta obra, cuyo montaje nacional inició su padre, ella debutó en el papel de la hermana Tornera. Después de interpretar otros roles en esta pieza, tomó las riendas como directora por 15 años. Precisamente en noviembre del año pasado, durante la tradicional temporada, la artista se despidió de este cargo, heredándolo a su hija Gretchen.
Foto: Gabriel Herrera