Mariah Carey lanza hoy The Rarities, un recopilatorio de canciones “raras” e inéditas que ha acumulado en sus 30 años de reinado en el olimpo del pop y que recuperó mientras escribía una autobiografía también presentada esta semana en la que la ganadora del Grammy revela mucho más sobre su vida que en sus letras musicales.
Carey, que hoy tiene 50 años, no ha atravesado precisamente un camino de rosas hasta alcanzar su indeleble estatus de “diva”, como relata en sus memorias The Meaning of Mariah Carey: pasó de ser una niña birracial procedente de un hogar roto a una superestrella casada al inicio de su trayectoria con el magnate que la fichó, dos décadas mayor.
La cantante estadounidense buceó para su libro en “momentos significativos de su vida que han estado entrelazados con la música” y así es como encontró “grabaciones de temas olvidados” en su archivo personal, que acabó incorporando al que es su octavo álbum recopilatorio, una “retrospectiva muy reveladora”, según explica en su web.
Una colección de “rarezas” musicales
The Rarities incluye 15 temas que comienzan por Here We Go Around Again, escrito y grabado en 1990 pero que se quedó fuera de su disco debut homónimo, y terminan por Close My Eyes, una canción que Carey asegura en sus memorias que le costó “años de angustia y supervivencia”, y que es hoy una de sus favoritas.
También destacan Save The Day, una colaboración fechada en 2020 en la que samplea a la vocalista de The Fugees, Lauryn Hill, cantando una versión de Killing Me Softly; Mesmerized (2012), que iba a formar parte de la banda sonora original del filme The Paperboy; y caras B como Slipping Away (1996) y Everything Fades Away (1993).
La sorpresa no acaba ahí, ya que el recopilatorio incluye un segundo disco, Live from the Tokyo Dome, con 17 temas grabados en directo en su primer concierto en Japón, en 1996, entre ellos clásicos de la época como Always Be My Baby, Dreamlover o su himno navideño All I Want For Christmas Is You.
Recuerdos
Carey asegura que tiene “eternamente 12 años”, un “pacto” que hizo con sí misma cuando era pequeña tras presenciar una discusión entre su madre y el hombre con el que esta salía en ese momento, para no olvidar nunca lo que se siente “siendo una niña y que no te vean o te escuchen”, según dijo en una entrevista en Out Magazine.
En su autobiografía arroja más luz sobre esa etapa temprana de su vida que tanto le marcó, cuando vivía con su madre, Patricia, una cantante de ópera blanca divorciada de su padre, ingeniero aeronáutico afrovenezolano, y sus dos hermanos mayores, Allison y Morgan, que tenían actitudes abusivas y la resentían por tener una piel y cabello más claros.
Cuando tenía 12 años, “mi hermana me drogó con Valium, me ofreció una uña del meñique llena de cocaína, me hizo quemaduras de tercer grado e intentó venderme a un proxeneta”. “Algo en mí quedó detenido por todo ese trauma. Por eso a menudo digo que tengo eternamente 12 años. Todavía estoy sufriendo por esos tiempos”, se sincera Carey en su libro.
Con Mottola nace una estrella
La artista, nacida en la localidad neoyorquina de Huntington, decidió trasladarse con su mayoría de edad a la Gran Manzana y allí conoció en una fiesta al entonces presidente de la discográfica Sony, Tommy Mottola, que quedó fascinado al escuchar un casete de demostración, le ofreció un contrato y más adelante buscó una relación romántica.
Se casaron en 1993, ella con 23 años y él con 43, en una “boda de cuento de hadas” que contrasta con su siguiente mudanza a una mansión apodada Sing Sing, como la prisión de alta seguridad, en la que se sintió atrapada y descubrió el carácter controlador de su hoy exmarido, que vigilaba “cada movimiento” y la llegó a amenazar con un “cuchillo de mantequilla”.
Carey se divorció en 1998, equipada con seis álbumes de éxito y un nombre en la industria, pero aún recuerda la “cautividad” en la que se sentía con Mottola, sus comentarios “racistas” hacia artistas afroamericanos como P Diddy y cómo evitó su incursión en el género R&B “limpiando lo urbano (traducción: negro)” de su música para que sonara “mainstream (es decir, blanco)”.
Un álbum rock, Jennifer Lopez y la maternidad
Las memorias de Mimi, como la llaman cariñosamente sus fans, han causado un revuelo por la revelación de que mientras grababa Daydream (1995) escribió un disco de rock alternativo adoptando un “alter ego” de estilo grungey “ligeramente punk”, como las “cantantes blancas del momento”: “Quería liberarme, soltarme y expresar mi miseria, pero también reírme”, explica.
También aporta contexto al famoso momento viral de 2003 en el que le preguntaron por Jennifer López y afirmó “no sé quién es”, relatando que por entonces una artista femenina en la discográfica de Mottola, “a la que no conozco”, acabó usando el mismo sample que ella había elegido para un tema, en lo que considera un “sabotaje”.
Carey habla también del humorista Nick Cannon, con quien estuvo casada de 2008 a 2016, y de sus hijos gemelos, Moroccan y Monroe, que tienen esos nombres porque quería que sus iniciales fueran MC, como las suyas, y sobre los que se declara orgullosa de que crezcan en un “entorno seguro y de abundancia”, a diferencia de sí misma.
“Sus vidas nunca han sido amenazadas. La policía nunca ha entrado en nuestra casa. Probablemente tienen 300 camisetas para ponerse y donar, y su suave y dulce cabello rizado es profundamente comprendido. No viven con miedo. Nunca han tenido que escapar. No intentan destruirse el uno al otro”, escribe la cantante.
*EFE