Creadoras centroamericanas se apropian del arte, para expresarse en esta muestra.
Sin importar la latitud o punto geográfico, las mujeres compartimos muchas cosas: por ejemplo, las historias y la necesidad de contarlas. Organizada por la Dirección de Innovación y Creatividad Cultural de la Universidad Autónoma de Querétaro (México), junto a las curadoras guatemaltecas Maya Juracán y Marilyn Boror, Las que habitan su territorio es una exposición virtual en la que ocho artistas centroamericanas recuperan su espacio por medio del arte. Esta muestra se inaugura hoy, a las 16:00, en laboratoriodeimagen.com.mx y Facebook/ Dirección de Innovación y Creatividad Cultural UAQ.
En 360 grados
Este año, la Dirección de Innovación y Creatividad Cultural de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) mostró su interés por Las que habitan su territorio, una exhibición que, curada por Maya Juracán y Marilyn Boror, se inauguró en 2019 en el Centro Cultural Municipal Álvaro Arzú Irigoyen de la capital guatemalteca.
Con ayuda de Fausto García, de la UAQ, las curadoras prepararon el terreno para una muestra que, ahora desde la virtualidad, acoge las historias de ocho artistas centroamericanas. “Desde la distancia, coordinamos la distribución de las piezas y los salones. En México hicieron posible que la exposición se contemple en un recorrido de 360 grados, acompañada de audios descriptivos que invitan a la reflexión”, indica Juracán.
Boror y Numa Dávila (Guatemala), Mariela Richmond (Costa Rica), Patricia Belli (Nicaragua), Ingrid Cordero (Costa Rica – Panamá), Lucy Argueta (Honduras – Colombia), Paulina Velásquez (México – Costa Rica – EE. UU.) y Gala Berger (Argentina – Costa Rica) ofrecen su arte para entablar un diálogo y construir un ejercicio transversal que habla de experiencias sociales, íntimas, individuales y colectivas.
De acuerdo con Juracán, la esencia de la colectiva son esas historias contadas desde nosotras mismas: “Es nombrarnos como personajes del territorio centroamericano, apropiarnos del nombre, de nuestro cuerpo y del lugar donde estamos; y también dudar de lo que se nos fue impuesto como mujeres. Todo esto lo vemos en las piezas expuestas”.
Las historias
En la muestra, Boror hila la historia y conexión con su madre y abuelas en ¡K’ochi Nuk’u ‘x!, (Está en mi corazón/recuerdo). La obra exhibe el legado de la mujer maya y su figura, como cimiento de la tradición textil, al crear y usar güipil, corte, rebozo y tocoyal. Por su parte, Dávila se adueña de las entradas de luz de la galería, para revelar De la infancia y mi tractor de pornografía, en el que expresa la sexualidad y las relaciones sociales impuestas.
Cordero cuestiona al sistema patriarcal con Estructura I, una pieza elaborada con camisas de segunda mano, explica Juracán. ¿La atrocidad necesita un cuerpo?, de Berger, busca una respuesta sobre un cuerpo desaparecido y silenciado; mientras que Velásquez deja su rastro en un grabado sobre papel, en el que plasma la transformación de sus huellas digitales debido a una condición en su piel, que hace que se pierda la característica curva de sus dedos.
En Brujos, Belli ofrece tres esculturas mágicas fabricadas por los chamanes inuit para destruir a un villano. La memoria del vestuario y los estereotipos asociados con las mujeres son planteados por Argueta en Merma. Finalmente, Richmond mezcla lo poético con el enojo y la rabia, en un video performance en el que toma clases para portar armas de fuego y se pregunta “¿qué pasa, si le disparo a la nada?”.