El sexto álbum de estudio del grupo originario de Las Vegas, Nevada, EE. UU., encuentra menos una banda y más un dúo que intenta mantener unido a The Killers con pegatina barata, para reforzar la idea o el espejismo de éxito mundial que tuvo durante la década pasada.
Mientras que el guitarrista David Keuning se encuentra semiretirado, por el lanzamiento de su primer disco como solista, y el bajista Mark Stoermer asiste a la universidad, son Brandon Flowers y Ronnie Vannucci Jr. quienes hicieron lo imposible para sacar a flote Imploding the Mirage.
El anterior disco de la banda, Wonderful Wonderful (2017), tenía un concepto catártico y descansaba en el rescate familiar de la pareja de Flowers. Imploding The Mirage trata sobre encontrar un balance entre ausencias que, si bien no son mortales, sí ponen en evidencia la añoranza de tiempos mejores.
A pesar que el grupo es ahora un dúo, lo primero que se intentó fue que The Killers no sonara al Flowersde Flamingos (2010) o The Desired Efect (2015). Es por ello que Vannucci y Flowers invitaron a dos guitarristas robustos: Lindsay Buckingham, ex Fleetwood Mac; y Adam Granduciel, de The War on Drugs. También a los productores Jonathan Rado, mitad de la banda Foxygen, y al multipremiado Shaw Everett. De esta manera no todo puede salir mal, al menos no en papel.
Imploding The Mirage abre con un trancazo de canción. My own soul’s warning es sobre regresar a la casa donde se encuentra el ser amado, luego de fracasar al ir en contra del alma. La música es frenética rápida, y podría tener un eco a Bruce Springsteen en Born to Run.
Blowback es sobre tener cuidado de una mujer inteligente y empoderada, pero vulnerable, y pone a prueba la fidelidad en caso haya algún cambio. Dying breed (o Raza en extinción) es una metáfora sobre las parejas o amigos que se mantienen juntos, a pesar que un día falten o fallen.
Caution tiene tanto, pero le falta algo. Tiene dramatismo, explosividad, potencia en la voz de Flowers y la guitarra de Buckingham, mas le faltan ganchos poperos, como por ejemplo en Runaways.
Entonces llegamos a Lightning fields, acompañada de la voz de K.D. Lang. Ambos recrean escenas de las apariciones de la madre de Brandon, fallecida de cáncer, en 2010, en los sueños de su padre.
Fire in bone tiene un ritmo bailable, liderado por un bajo y sintetizadores, pero no va a ningún lado. Running towards a place y When the dreams run dry son canciones similares en las que los sintetizadores se lucen con otras texturas envolventes. My God apela a esa unión incondicional que Brandon tiene con su esposa, quien sufre de episodios de trastorno de estrés postraumático. Es conmovedora.
El disco termina con Imploding the Mirage, que es sobre ver más allá de las diferencias y sobrevivir para alcanzar una relación basada en amor. Implosionar el espejismo y creer en el más allá.
El sexto disco de The Killers tiene canciones emocionantes y otras, no tanto. Lo atravesamos entre la emoción de lo nuevo y los sencillos del pasado. Si después de cuatro escuchas no quedás enganchado, no pasa nada.