En el cine estadounidense se ha hablado mucho de que 1999 es un año que, si no fue dorado, entonces tiene al menos laureles de platino, en cuanto a producciones cinematográficas. Tal vez influyó la psicosis de tener la percepción de que era el último año del siglo y que, a partir de las cero horas del 1 de enero de 2000, volaríamos todos al carajo.
Al final, el relevo de año fue más pacífico de lo que se creyó, y 1999 dejó filmes novedosos para ese tiempo, e inolvidables en nuestra memoria, tales como las primeras historias con presupuesto hollywoodense de Sofia Coppola (The Virgin Suicides), M. Night Shyamalan (The Sixth Sense) y Spike Jonze (Being John Malkovich); la despedida de Stanley Kubrick (Eyes Wide Shot), los inicios de The Matrix y las magníficas Fight Club, The Blair Witch Project y American Beauty.
¿Qué pasó un año después? Recuerdo muchos programas de televisión comentando que era preocupante que en 2000 no se alcanzó la calidad del año anterior en cuanto a las producciones de cine. Pero, confieso, el primer año del nuevo siglo tiene varios títulos que guardo en el corazón y que, cada vez que los veo, los disfruto como la primera vez que los aprecié. Y, lo mejor de todo, la mayoría los descubrí en la pantalla grande.
Para comenzar están High Fidelity y Almost Famous, dos películas que son parte de mi Top 10 de toda la vida. Y sí, por si no lo sabías, los geeks tenemos un Top de filmes. En realidad, tenemos varios Top para categorías como: Todos los tiempos, Cuando llueve, Cuando me cortan, Comedias gringas, Cuando quiero llorar y no me dejan, Placeres culposos vol. 1, Cuando me cortan por segunda vez y Cuando me quiero agarrar a trompadas con cualquier ser humano, entre otras.
Regresando a 2000, fue un año en el que pude escuchar a todo volumen la guitarra de Mike Mcready, mientras William (Patrick Fugit) escuchaba música rock en vivo junto a su crush, Penny Lane (Kate Hudson), en Almost Famous.
Me dieron ligeros ataques de pánico y de insomnio por culpa de las andadas de Harry (Jared Leto) y Marion (Jennifer Connelly), en Requiem for a Dream, y también mientras perseguía a un desconocido (¿o huía de él?), junto con Leonard (Guy Pearce), en Memento.
Emoción corrió por mi sangre cuando pensé: “Algún día quiero ser como Patrick Bateman, no del todo, pero hay momentos en que me lo merezco”, al ver American Psycho; y canté como Bob Dylan: “solía importarme, pero las cosas han cambiado”, junto al Profesor Grady (Michael Douglas), en Wonder Boys.
Y en agregado, la propuesta cinematográfica fuera de las fronteras de EE. UU. fue bestial ese año: Malena, Billy Elliot, Dancing in the Dark, Amores Perros y Crouching Tiger, Hidden Dragon fueron algunos de esos regalos. ¡Nada mal!
Ya en la actualidad, 20 años después, ¿qué filmes de 2020 nos dejarán estas sensaciones? ¿Qué historias nunca olvidaremos? También la industria del cine vive un cuadro preocupante, debido a la pandemia. ¿Cómo será nuestro regreso a las salas de cine? Esa es otra historia y, espero, tenga un final feliz.