Cuando descubrí House M. D., no pude quitarle los ojos de encima. Fue en la cuarta temporada. El capítulo trataba de la conformación del nuevo equipo de diagnóstico de House, y las decenas de doctores aspiraban a un puesto. Al mismo tiempo, Universal rotaba diariamente los episodios de la primera a la tercera temporada. Cuando me puse al día descubrí que FOX, el canal estadounidense, estrenaba capítulos todos los jueves en primetime. Pude ver la sexta, séptima y octava temporadas, al mismo tiempo que en EE. UU.
Entonces, ¿qué nos hace querer a este personaje que hace mucho dejó de ser relevante? Universal dejó de transmitir la serie en 2015. A principios de este año y en un horario incómodo, medianoche y de 8:00 a 10:00, sacaba al aire dos episodios, y la fiebre regresó. Otra vez hay grupos de House en Facebook y la conversación es ruidosa.
Gregory House es interpretado por Hugh Laurie, un cómico inglés que tuvo sus grandes años haciendo comedia con A bit of Fry and Laurie, el programa de sketch que se transmitió por la BBC entre 1989 y 1995. El show atacaba a la sociedad política británica, y fue exitoso por su humor ácido.
El piloto de House M. D. salió en 2004 y, a partir de ahí, fue interesante ver a este Sherlock Holmes de la Medicina resolver casos imposibles. Como todas las series de Medicina, House M.D. estuvo bajo el escrutinio de médicos. Una de las críticas más recurrentes es el incorrecto uso de los instrumentos. Otro muy exagerado es la cantidad de información o cultura general que maneja el protagonista al momento de hacer las brillantes conexiones mentales o epifanías, propias de un clarividente.
Lo hilarante del asunto es que, cuando se le muestra a doctores, internistas y médicos generales, quedan estupefactos por algunas incoherencias o “efectos dramáticos”. Esto porque la serie maneja una receta de terror, realidad fantástica y ciencia en cada capítulo. Les gusta, aunque no lo aceptan, eso de entrar en el juego de detective para participar en el diagnóstico del paciente.
Otro de los ganchos es el trato que House tiene con los pacientes, porque le aflora ese sarcasmo enfermizo y encantador que nos hace quererlo tanto. Aunque hay gente a la que le parece rudo, hay muchos a quienes les gustaría decir a los pacientes lo tontos que son, pero de una manera elegante y sin que se den cuenta, como lo hace el infeliz de Greg.
A mi gusto, House M.D. empezó a decaer en la quinta temporada, con la eliminación de personajes. Sin embargo, las tres temporadas restantes tienen muy buenos episodios. La octava, que fue muy accidentada y con un final desabrido, ocurrió por el desgaste de los actores al rodar anualmente 24 episodios, de 42-45 minutos cada uno.
Robert Sean Leonard quería hacer y producir teatro, mientras que Laurie estaba exhausto y quería dedicarse a la música. Por eso, muchas cadenas apostaron por pocos capítulos y menos temporadas, para no elevar los costos de la serie y que los actores no se hartaran.
Regresar a la serie es como volver a ver a un viejo amigo. Todavía sus chistes son frescos y es divertida. Laurie es un gran actor y siempre será House.