Desde Australia, la actriz y directora de teatro guatemalteca comparte su actualidad y proyectos.
Detrás del montaje nacional de obras como Truffaldino, servidor de dos patrones; Romeo y Julieta, El Insólito Caso del Señor Morton, y Otelo, está Diana Paola Alvarado. Su pasión por el arte ha llevado a la actriz y directora guatemalteca a diversas partes del mundo, donde se ha nutrido de cultura, emociones y experiencias, que luego plasma sobre el escenario. De hecho, se encuentra en Australia explorando dos de sus grandes inquietudes: el baile y la dramaturgia. En ¿Qué están haciendo?, la fundadora de la compañía teatral La Fábrica de Microobios nos habla de su actualidad.
¿Qué estabas haciendo antes de contestar esta entrevista?
Tomando un café latte en un local que está a dos cuadras de mi casa, que se llama Bar Zini. De repente comenzó a llover y a hacer mucho viento, así que decidí volver a casa.
¿Qué te llevó a Australia?
Llevo entrando y saliendo de Australia la última década, pero en agosto del año pasado decidí volver, porque soy residente permanente. Quería darle una oportunidad al país de sorprenderme en lo referente al arte, a la cultura y, sobre todo, al teatro. Debo decir que ha estado bastante bien y aún quiero ver qué más me ofrece. También, a finales de este año, deseo aplicar a la ciudadanía.
Recientemente fuiste jurado calificador de World Monologue Games, un evento de artes escénicas realizado por internet. ¿Cómo describirías esta experiencia?
Fue genial. Actores de todas partes del mundo enviaron sus monólogos, que se subieron a una plataforma y, como jurado, pudimos observarlos y evaluar su interpretación. Yo tuve oportunidad de calificar a dos categorías: infantil y juvenil. En estos tiempos tan inciertos, observar la resiliencia de los niños y adolescentes fue placentero y enriquecedor. Varios monólogos superaron mis expectativas, pero cuando un chico iraní recitó a Shylock, de El Mercader de Venecia, me quedé sin aliento.
En tus redes has compartido algunos videos de coreografías, ¿preparas algo en la danza?
Hace varios años dejé de bailar. Me dediqué al movimiento desde otro ángulo y cerré esa puerta. Ahora decidí volver a abrirla y empezar de cero. Las coreografías que comparto en redes sociales son de una clase que se llama Jazz, Funk and Hip Hop, que recibo en la Sydney Dance Company. Estoy en el curso de principiantes y disfruto el reto de saber si en seis meses estaré lista para avanzar a intermedio. Creo que será parte esencial de mis próximos proyectos teatrales.
¿En qué trabajas actualmente?
La última vez que me tomé un descanso para vivir la vida “normal”, fue exactamente hace 20 años. Aproveché esta pausa para dedicarme a escribir, a divertirme y a recolectar material para lo que vendrá. Camino por la playa, disfruto mi café, veo la lluvia caer y leo novelas. De esta manera, mi mente está en calma y las ideas fluyen más fácilmente. El teatro y yo hemos sido inseparables desde que tengo siete años, y ahora decidí tomarme un descanso de él. Cuando vuelva al juego, sé que será con cosas muy emocionantes.
¿Cuáles son tus planes para el resto del año?
Dedicarme a escribir. Siempre he tenido el gusanito de la dramaturgia. Conozco a varios dramaturgos y sé de competencias, aquí en Australia, que se ven prometedoras. Además, siempre he querido escribir mi unipersonal, dirigirlo y actuarlo, y creo que esta es la oportunidad. Y, claro, comenzaré a hacer audiencias, ya que hay compañías que están preparándose para reabrir a finales de este año. El tiempo dirá qué es lo que nos trae.
