Rough and Rowdy Ways es el más reciente lanzamiento de una de las grandes mentes del rock mundial. Bob Nobel de Literatura Dylan publica su primer disco de estudio desde Tempest (2012).
En el siglo XXI, Dylan se ha dedicado a revivir la música norteamericana de la mejor tradición. Modern Times (2006), Together Trough Life (2009) y Tempest (2012) son documentos que encierran su interés por recrear los tiempos ridículos que corren entre guerras por petróleos, dineros, derechos humanos, avaricias corporativas y gobiernos descerebrados; males que continúan en el mundo. Tanto que se ha dicho con la mejor poesía y el mejor blues,para que a veces las cosas no cambien.
Rough and Rowdy Ways busca, por medio de un circo donde participan las figuras fantasmagóricas del cine, de la pop culture de América y del mundo, enseñarnos que, a veces, no todo está perdido; y que nunca, aún hoy, se debe perder la fe. Lo que asombra es que, a sus 79 años, Dylan se encuentra en un estado lúcido-artístico magnífico, y se respiran posibilidades para crecer y decir: “Más, sí señor”.
El disco es musicalmente conmovedor y no tan exigente como sus compañeros del siglo XXI. Es más digerible, más pop y más íntimo, y se detecta flexibilidad en su música. Su canto es menos urgente que en Modern Times, en el que parecía que recitaba la Biblia en una frase y sonaba tenso. Aquí su elocuencia suena contundente y relajada.
I Contain Multitudes es un encuentro con figuras míticas, y lo que le han enseñado a Dylan. Hay líneas como: “I sing the songs of experience like William Blake / I have no apologies to make”. El blues más crudo se encuentra en canciones como False Prophet, Goodbye Jimmy Reed y Crossing the Rubicon.
El lado romántico se respira macabro en My Own Version of You, en el que un Victor Frankenstein busca partes de cadáveres para recrear a su amor perdido y tener una cita para hablar de historia y beber vino. I’ve Made Up My Mind to Give myself to you es una canción romántica e intensa, con la más bella ternura al estilo Dylan: “I traveled a long road of despair / I met no other traveler there / Lot of people gone, lot of people I knew / I’ve made up my mind to give myself to you”.
Black Rider es la figura que irá por Dylan, es una carta de amor a la muerte. Bob ya se prepara para que uno de estos días se conozcan. Mother of Muses es un tributo a la inspiración, un agradecimiento por iluminarlo. Key West es donde Dylan quisiera morir. Ahí ha vivido gente como Ernest Hemingway y Tennessee Williams, perfecto para descansar en los hombros de los gigantes.
Murder Most Foul es una crónica sobre la muerte que traumatizó a EE. UU. Dylan camina por esa calle donde asesinaron a John F. Kennedy y, como un ángel, se mueve por toda Norteamérica dando consuelo y secando lágrimas. Esta épica, de 16:55 minutos, es un manifiesto de nostalgia entrañable.
Rough and Rowdy Ways nos enseña un Dylan que rebosa de talento. Lo que asusta es que ya nos prepara para abandonarnos un día. Su leyenda ya está declarada, pero Bob no da nada por sentado. Por lo que se ve, se desvanecerá en el escenario con una ovación mundial y con la medalla del Nobel cayendo y girando sobre sí.