Pienso que hay discos que definen una época pero también un lugar, y una ciudad específicamente. Es como si fuera la banda sonora del sitio. Es decir, si les menciono a The Beatles, por ejemplo, estoy seguro de que piensan en Liverpool, Inglaterra, ¿no?
Personalmente, me parece fascinante que una canción o un álbum nos puedan situar en algún emplazamiento en especial. Eso es justamente lo que me sucede con la extinta agrupación Gray. Su sonido, a pesar de no haber vivido en ese lugar y momento, tiene la capacidad de transportarme inmediatamente al Nueva York oscuro y sucio de los años 80.
Gray fue una especie de supergrupo que en su momento estuvo conformado por el genio, músico y cineasta Vincent Gallo, por Michael Holman y por la figura que creo que tuvo que ver mucho con su popularidad, el pintor Jean Michel Basquiat. El disco Shades Of es una de esas joyas que, a mi parecer, pocas veces se dan. Es uno de esos acontecimientos de una vez en la vida, como si fuera gracias a alguna suerte o bendición del azar. Y créanme, no exagero.
Tratar de definir a Gray en un género musical en específico es imposible. Pienso que es todo y es nada; una expresión artística que va un poco más allá de la música. Son sonidos que coquetean con la experimentación más pura, el avant garde y hip hop. Son un collage de ideas que salen disparadas por todos lados.
Eso los situó en un excelente momento de la historia de una ciudad en pleno apogeo creativo. Claro, esto estuvo catapultado por el ascenso al estrellato en las artes plásticas de Basquiat. Es probable que sin él la banda hubiese quedado en el olvido, como otra más de No Wave. Esto no hace de menos el trabajo de los otros integrantes de la agrupación, pero, ciertamente, es el nombre y la obra visual de Basquiat lo que le da, en parte, una identidad a la música de Gray.
Desde sus portadas hasta la forma de hacer música, mensajes crípticos, voces al azar, poesía y propaganda política destilan de las melodías de Gray. Es como si fuera una sola y larga canción. Es como detenernos y sentir la sensación que nos provoca observar un cuadro de Basquiat. Es imposible pensarlo como en una sola unidad. La información que estalla frente a nuestros ojos es demasiada. Es lo que sucede con la obra del grupo. Nuestro cerebro se parte en muchos fragmentos, tratando de asimilar todo.
Los integrantes del grupo crearon un sonido adelantado a su tiempo, incluso en comparación con los esfuerzos en solitario de sus integrantes. Gray fue de corta duración, y solamente un par de pistas aparecieron en la banda sonora de la película protagonizada por Basquiat, Downtown 81. Lo que vino después fue un proceso recopilatorio de los integrantes que sobrevivieron a Basquiat luego de su trágica muerte.
Aun con esto, Gray es una muestra de cómo la música trasciende de distintas formas, que nunca es lineal, como solemos pensarla, y que en eso radican su belleza y sus maneras de sorprendernos.
Para escuchar: todo el disco.