Los ojos de mi princesa. Carlos Cuauhtémoc Sánchez.
En el primer amor juvenil se basa Los ojos de mi princesa, de Carlos Cuauhtémoc Sánchez. Ambientada en el México de 1987, la novela también hace referencia a otras realidades a las que se ven expuestos los jóvenes, y menciona subtemas como la difusión de la pornografía y la venta de sustancias ilegales..
José Carlos es un joven de 15 años, tímido, al que le gusta la escritura y la declamación, y que tiene muy claros sus valores. Su vida da un giro con la aparición de una compañera de colegio que se convierte en su gran inspiración y que “bautiza” con el nombre de Sheccid. A través de esta historia, el lector descubrirá que juzgar, idealizar y confiar de más puede llevarnos a cometer errores, pero reflexionar, analizar y tener fe puede ayudarnos a alcanzar nuestros sueños.
- Sofía Mayén / [email protected] / Colaboración
Química imparable. Zelá Brambille.
El libro Química imparable es el segundo título de la trilogía Amores agridulces, escrita por Zelá Brambille. Aunque para entenderlo no es necesario leer el primero, sí es lo recomendado, sobre todo por algunas menciones a personajes secundarios. Esta historia se basa en Hannah y Oliver, dos personas tan opuestas, como iguales. El resultado es un romance con una pequeña dosis de drama y una promesa de final feliz.
Las situaciones de Química imparable no son del otro mundo, y es fácil identificarse con ellas. El lector se topará con una chica a la que tachan de niña mimada, cuando en realidad siempre intenta ayudar al prójimo. Por otro lado está el “chico malo”, que de eso no tiene nada. Esta historia de amor no tan cliché despertará las mariposas en el estómago, pero también las ganas de gritarle a alguien.
- Julia Guzmán / [email protected] / Colaboración