La bolichista cumplirá 19 años del triunfo en los Juegos Mundiales de Japón.
Escribir de la carrera de Sofía Granda en el boliche podría llevar cientos de palabras y un sinfín de oraciones para trasladar casi 30 años de experiencia, que la han hecho la mujer que es hoy: exigente, apasionada y soñadora.
Las historias en el deporte de su vida son como los pines que ha derribado, difícil de enumerar, pero puede resumir su aventura en dos momentos: El haber ganado el oro en los Juegos Mundiales de Akita, Japón 2001, y el dejar escapar la presea dorada en los Panamericanos de Santo Domingo 2003.
1992
año en que empezó en el deporte y que tuvo la oportunidad de competir en el Torneo de las Américas.
Sofía, quien aún es una atleta activa, accedió en volver a escarbar en el pasado, esta vez vía telefónica debido a la pandemia del coronavirus, pero siempre con la misma alegría que le ha causado representar a Guatemala.
“Hola, gracias a Dios he estado bien, adaptándome a estos tiempos difíciles, pero, como todos, ansiosa de volver a la normalidad”, dice la atleta que durante estos tres meses se ha entrenado en casa para mantener el ritmo físico, y así no le cueste cuando retorne a los entrenamientos en la pista.
El boliche guatemalteco ha sido uno de los deportes que ha llenado de alegría el ciclo olímpico, pero este no ha sido incluido en la lista de juegos olímpicos, y es por eso que los atletas se enfocan en lograr clasificar para los juegos mundiales, a los cuales Granda ha asistido en las ediciones 2001 y 2009.
Akita, Japón
Granda inscribió su nombre en el libro dorado de la historia de nuestro país al ganar el oro en los Juegos Mundiales de Akita. Fue el 23 de agosto de 2001, ya casi 19 años, cuando se encontró con su mejor nivel y superó en el duelo por las medallas a las seleccionadas de Holanda y Finlandia.
15
es el número de la bola que utiliza Sofía Granda en las competencias.
“¿Qué cómo lo viví? No me lo va a creer, pero no lloré de la emoción. Estaba muy tranquila. La gente de la delegación estaba muy emocionada, pero yo estaba como en shock. Incluso cuando fue la conferencia de prensa, después de la premiación, siempre tuve calma”, comparte la atleta.
Sofía supo guardar las emociones, pero no ocultó su rostro de alegría al recibir la medalla en el podio, como lo muestran unas fotografías que compartió de su adorado álbum. “Cuando regresé a Guatemala fue distinto; me emocioné mucho porque fue un resultado histórico”, comentó.
La medalla la guarda en un lugar especial, muy cerca de las cosas preciadas de su casa, donde todos la pueden observar cuando la visitan y para recordarse a sí misma que los sueños se pueden volver realidad con disciplina y esfuerzo.
Duros golpes
“¿De las cosas más difíciles? Los atletas siempre tenemos muchas, pero recuerdo la vez que perdí la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo 2003, por haber fallado en la última línea. Eso me dolió mucho, lloré de la cólera”, resalta Granda.
En esa ocasión se quedó con la medalla de plata, pero terminó con un sabor amargo por haberse quedado tan cerca de ese oro, que hasta la fecha se la ha negado. Sofía ha participado en 6 ediciones, pues, además de 2003, estuvo presente en Winnipeg 1999, Río de Janeiro 2007, Guadalajara 2011, Toronto 2015 y Lima 2019.
“El boliche ha sido mi vida. Me ha dado tantas cosas, como el conocer diferentes culturas, el tener amistadas que se han vuelto familia, además de la responsabilidad. También me ha permitido crear buenos hábitos y el carácter de levantarme cuando caigo”, expresa.
Granda sigue disfrutando de su mejor pasión, la misma que empezó con apenas 12 años, impulsada por su madre, María. Está consciente de que mientras que las fuerzas y las lesiones se lo permitan seguirá luchando por seguir poniendo el nombre de Guatemala en alto, como lo ha hecho con su bola 15 durante mucho tiempo.
