Últimamente me ha dado por retomar momentos históricos de la música a través del cine, ya sea a manera de ficción o de documental. Hace unas semanas vi la película mexicana Esto no es Berlín, del director Hari Sama. El filme se sitúa a mediados de la década de los 80, previamente a la Copa Mundial de Futbol en México, y hace un viaje a la escena underground de ese país junto a sus criaturas subterráneas. En él, los dos personajes principales se atreven por primera vez a adentrarse en un universo donde no necesitan aparentar para ser aceptados.
La cinta da un vistazo a noches de lo más interesantes en la Ciudad de México, delirantes y también electrizantes a ritmo de post-punk y synth-wave. Si bien la película me entretuvo, me hizo pensar en otros filmes como 24 Hour Party People, que habla de lo mismo pero se sitúa en Inglaterra. Lo que ambas tienen en común es un excelente soundtrack.
En Esto no es Berlín, la música de Roxy Music, Joy Division, Devo, Tones of Tail, y también la de bandas mexicanas como Werner Karloff y Hoffen, van de la mano de los personajes en su búsqueda de identidad y en sus ganas de pertenecer a algo. Esa es justamente la parte que rescato de la cinta. Creo que nadie puede ser indiferente a esa sensación de querer ser parte de algo que de alguna manera nos supere.
Lo que agradezco de este tipo de cintas es que le muestran a las nuevas generaciones toda una cultura musical que marcó un momento importante, y que al mismo tiempo sirve para entender mucho de lo que suena ahora. Para mí, se trata de volver siempre a los orígenes, para construir algo nuevo a partir de eso.
No tengo idea de si algo similar sucedía en Guatemala en ese tiempo. Porque si me preguntan qué sonaba en el país en esa década, mi yo de ese momento les dirá que, al parecer, lo único que existía era el Grupo Rana, Alux Nahual y los participantes que iban a cantar a Campiña. Lamento mucho lo poco que se registró en la escena underground guatemalteca de ese entonces, pero creo que el contexto social y político tampoco ayudaba mucho.
¿Alguna vez tendremos una película similar a esta, que hable de lo que pasaba en las noches ochenteras, o de cualquier momento, en nuestra ciudad? Quien sabe. Este lugar tiene demasiadas buenas historias por contarse, aunque sepa de antemano que nunca va a faltar quien me diga que esto tampoco era Berlín.
Para escuchar: soundtrack disponible en Spotify.