El escritor, ensayista y periodista guatemalteco revela distintos capítulos de su historia.
Las letras, el periodismo, el deporte, la música y los perros llenan las páginas de la vida del escritor Francisco Alejandro Méndez. En una nueva edición de Los de Siempre, realizada vía telefónica, el premio nacional de literatura Miguel Ángel Asturias 2017 revela pasajes de su historia, su obra y sus pasiones, que van mucho más allá de la pluma.
El encuentro
Desde niño, Francisco Alejandro Méndez estuvo en contacto con los libros, pues creció en casa de su abuelo, el escritor Francisco Méndez. En sus primeros años pintaba, y hasta arrancaba las hojas de los textos, pero a los 12 se empezó a interesar por leerlos. “Mi abuelo murió joven, de una leucemia, y a los 17 años quise continuar con sus cuentos, y comencé a escribir”, recuerda.
Paco, como lo llaman sus amigos, dividía su tiempo entre la escritura y sus entrenos de tenis de mesa. Aplicó la disciplina del deporte a las letras y, de esa manera, logró terminar sus primeros cuentos: “En ellos Guatemala ganaba una medalla olímpica y llegábamos a un mundial de futbol. Nunca publiqué esas primeras historias, pero las guardo con mucho cariño”.
En las calles
Méndez siguió conjugando el deporte y la literatura, y más tarde se dispuso a estudiar periodismo en la Universidad de San Carlos. En esas aulas, un amigo le ofreció unirse a un proyecto que luego se convertiría en el diario Siglo 21. Comenzó corrigiendo textos y después pasó por la sección de Internacionales, hizo horóscopos, nota roja y periodismo cultural. “El periodismo nos da el privilegio de estar en lugares donde nadie puede estar. En los no menos de 20 años que estuve en las calles tuve muchas experiencias que marcaron mi vida, y me sirven de inspiración”, señala.
Entre esos momentos que dejaron huella en Méndez está la
cobertura de la última ejecución por pena de muerte en Guatemala, y sus entrevistas con Augusto Monterroso y Luis Cardoza y Aragón. “Estar ante dos gigantes de la literatura guatemalteca y latinoamericana fue impresionante, pues me encontré con dos seres humanos comunes, con un corazón y una humildad muy grandes”.
Su obra
Graga y otros cuentos, en 1991, es el primer libro de Méndez. Sin embargo, confiesa que a las que más apego les tiene es a sus novelas Completamente Inmaculada y Saga de Libélulas. Ambas marcan la voz particular que el escritor plasma en sus no menos de 30 obras, que se pasean por la novela negra.
Su fascinación por la novela negra también lo hizo plantearse la necesidad de crear un detective guatemalteco honrado que resolviera, o no, los casos que surgían en el país. Así nació el comisario Wenceslao Pérez Chanán, personaje que vive en muchos de sus títulos, y uno de los más entrañables paraPaco.
El rock y los perros
A la hora de crear, Méndez no está solo, sino acompañado de la música. Aunque prefiere el rock de los años 70, en su esfera hay salsa, música clásica y trova. Tan inspirador e importante es para él este arte, que se apropia de la frase de Friedrich Nietzsche: “La vida sin música sería un error”.
Muy cerca de su corazón y su existencia, el escritor tiene los perros, con los que, dice, se lleva mejor que con los humanos. Méndez se dedica a criar dos razas, Pointer inglés y Weimaraner, y confiesa que le gustaría llenar un capítulo de su vida siendo juez en las competencias de canes.