Livio Wenger, también soldado de Suiza, tiene 34 días de permanecer en el país.
En tiempos del Covid-19 la mayoría de personas han hecho el esfuerzo de resguardarse en su país; no obstante, hay algunas que todavía permanecen lejos de su lugar de origen, como el caso de Livio Wenger, un atleta y soldado Suizo que pasa el confinamiento en Guatemala.
Wenger llegó a tierras chapinas el 11 de marzo para, acompañado de su novia, la deportista guatemalteca Dalia Soberanis, tener unas “vacaciones activas”; es decir, conocer más de la Tierra del Quetzal y aprovechar las condiciones climáticas del país para hacer la transición, como patinadores, del hielo a las ruedas, pues los dos compiten en ambas especialidades.
Sin embargo, el cierre de operaciones comerciales en el aeropuerto, medida decretada por el Gobierno de Guatemala para controlar la propagación del coronavirus, “obligó” al deportista de 27 años a permanecer en el país y olvidarse de su regreso a Alemania, adonde tenía previsto viajar el 31 de marzo, para retomar sus entrenamientos.
Alrededor de 34 días han pasado desde que el atleta olímpico en los Juegos de Invierno Pyeongchang 2018 llegó a tierras de la Eterna Primavera, y desde entonces se ha acoplado a una nueva cultura, acompañado del amor, pero sin descuidar las exigencias que le demandan el ser un seleccionado suizo de alto rendimiento.
“A pesar de la situación, la estoy pasando bien en Guatemala, porque tengo lo necesario y puedo compartir con mi novia. Mantengo una buena comunicación con mi familia, y eso nos permite no entrar en pánico, sino más bien estar tranquilos y aprovechar el tiempo”, cuenta el también subcampeón de los Juegos Mundiales de Patinaje de 2017.
El confinamiento decretado también en Guatemala no ha influido de sobremanera en la preparación física del patinador, pues aprovecha el equipo y espacio disponible en la casa de Soberanis para cumplir con sus 20 horas de entrenamiento semanal, y seguir al pie de la letra el programa y recomendaciones que, a distancia, le da su entrenador Kalon Dobbin.
Wenger, especialista en fondo, sustituye la pista por una bicicleta sobre rodos, mientras que el fortalecimiento muscular lo realiza con algo de equipo que su novia, junto con su familia, reunió durante años.
La gastronomía, como parte de la cultura de un país, es algo a lo que el integrante del Ejército suizo se ha tenido que adaptar, aunque eso no ha significado problema, según expresa.
“Me encantan los frijoles. También he comido torrejas, tostadas, shucos (hot dogs), tamales, paches y enchiladas”, expresa, sonriente, apoyado por Dalia en la traducción, pues el español todavía no lo habla al cien por ciento.
Aunque le gusta Guatemala, confiesa que extraña Suiza, su país de nacimiento, y Alemania, donde reside y se entrena junto con la guatemalteca, ambos integrantes del equipo Arena Geisingen, aunque por ahora no tiene fecha exacta de regreso, pues prevé permanecer alrededor de un mes más rodeado de la cultura chapina.