Aprovechando que Guns N’ Roses (GNR) se presenta el 8 de abril en el estadio Cementos Progreso, y que he tenido la oportunidad de escuchar los seis discos que han sacado, cuatro de estudio y dos de cover, haré una reseña relámpago de cada uno.
La verdad es que vale la pena oír todos estos álbumes. Aunque, nada le gana al asalto de euforia que se siente la primera vez de escuchas el Appetite for Destruction, la fascinación que me causó el Use your Illusion II sobre el I, o la decepción total del Chinese Democracy. Este material fue un viacrucis. Desde 1994, y durante cinco años, se escucharon rumores de “Este año sí sale”. Descansaron cuatro años y otra vez retomaron el chisme anual, hasta que por fin salió en 2008 y todos dijimos: “Sí, bueno, ¿Quién tiene hambre?”.
Empecemos por Appetite For Destruction. Solo Nevermind, de Nirvana, tiene una primera canción que te agarra de los pelos desde su inicio y, en este disco, Welcome To The Jungle tiene ese efecto. Existe la leyenda urbana que Axl caminaba por una calle de Los Ángeles cuando fue apuñalado por un drogadicto y sus palabras al despedirse fueron: “You know where you are?, You’re in the jungle baby and you’re gonna die”.
Welcome To The Jungle es una invitación a Sodoma acompañada de rock anárquico del tipo “sálvese quien pueda”. La canción explotó en el mainstream cuando fue incluida en la película Dirty Harry, de Clint Eastwood, en una escena en la que el actor Jim Carrey, quien interpreta a un rockstar, está en su tráiler drogándose. Fue perfecta para un Los Ángeles socialmente caótico de finales de la década de los 80 y principios de los 90.
It’s So Easy fue el primer sencillo y es machismo del más puro. Si no fuera por Slash, aquello sería un plagio a Mötley Crüe. Nightrain y Out Ta Get Me son crónicas de bar, vómitos y resacas, en las que se recuerda sexo feroz con el licor más barato. En ambas Axl nos suena a Bon Scott, el primer vocalista de AC/DC, y entendemos por qué se fue de gira con ellos.
Mr. Brownstone es una oda sobre la heroína, escrita por Izzy Stradlin, que trata de los intercambios de jeringa entre él, Axl y Slash. Está llena de humor negro.
Paradise City fue el cuarto sencillo del álbum. La fama explotó para GNR con una clásica canción roquera para las chicas: una melodía a lo flautista de Hamelín. Un alarido lleva a un puente rítmico trepidante e irrefrenable. Todos queremos ir a ese paraíso de chicas bellas y verdes planicies. My Michelle es rock estrambótico con letras dedicadas a una examiga de Axl, y Thinking About You muestra al Axl más rosa. A lo mejor la música no lo refleja, pero sí la letra.
Sweet Child O’ Mine es otra de las canciones para ligar. Obtener el amor de un roquero es un anzuelo irresistible para una chica que desea amansar a ese rubio símbolo sexual en pantalones de cuero y botas vaqueras. Ser la musa para que el ídolo componga una melodía que relate un romance de infancia imborrable es una aspiración. ¿Celos o envidia? Sí, mil veces sí.
El riff de ese tema lo tenía Slash y no quería usarlo. Duff McKagan lo escuchó, lo siguió con el bajo y Axl dijo: “Tengo una letra para eso”. En cinco minutos terminaron de componerla. Slash despreció por mucho tiempo la canción por lo ñoña que es.
You’re Crazy es rocanrolera y Anything Goes es medio cachonda entre los gustos pervertidos y el sexo entretenido. Rocket McQueen tiene letras violentas y sexo duro. Eran otros años. Es decir, si este disco saliera hoy sería demonizado y censurado por movimientos feministas, disqueras y plataformas. Nadie se atrevería a sacar algo así en la actualidad. GNR fue por muchos años la banda más peligrosa de la escena musical,y Appetite es un álbum que amas u odias. Continuará.