La escultura de Érick Menchú y la fotografía de José Ángel del Valle dialogarán en Casa Ibargüen.
Las entradas y las salidas existenciales, la depresión y el tiempo fueron algunos de los elementos que motivaron a Érick Menchú y a José Ángel del Valle a meterse en Laberinto y La máquina de sentir, respectivamente.Estos autores, a los que además une una fuerte amistad, encontraron en la escultura y la fotografía una forma de explicar su realidad y de dar vida a dos colecciones que se inaugurarán mañana a las 18:00 en la Casa Ibargüen, 7a. avenida 11-66, zona 1. La admisión es gratuita.
Por entradas y salidas
Hace año y medio, el artista visual Érick Menchú perdió la audición. Esto lo hizo entrar en un laberinto de angustia, cuyos pasillos comenzó a reconocer y en los que finalmente se halló a sí mismo. “La obra habla un poco de lo que sentía y de cómo me encontraba en un lugar sofocante, del que no podía salir. Pero a la vez, fue una búsqueda que tuvo un feliz desenlace”, comenta.
Durante tres meses y con cincel en mano, el ganador del más reciente festival internacional Arte en Mayo, construyó su realidad en trozos de cedro, hasta formar un Laberinto. Menchú recuerda que fue un proceso doloroso, pero de redención, que le permitió hacer realidad un sueño que solo existía en su cabeza.
El movimiento de los días
Por su parte, José Ángel del Valle se propuso una interesante misión. Cada día, desde el balcón de su casa, tomaba una fotografía de la salida del sol. “Todas las mañanas capturaba un desplazamiento distinto de los rayos, con los que expresaba la manera en que me sentía”, apunta.
Llegó a reunir mil 200 instantáneas y las enseñó a Menchú, quien le instó a exponerlas. Juntos escogieron las 365 imágenes que forman el horizonte visual de La máquina de sentir: “La obra devela el movimiento de esta estrella eterna a la que el hombre encasilla en horas y segundos. Pero también habla de lo emocional, de cómo un nuevo día no siempre es sinónimo de nuevas oportunidades y de bienestar, pues las personas con depresión no lo sienten así”, matiza Del Valle.
Conexión
Las esencias de Laberinto y La máquina de sentir se conectan entre sí y lo invitan a transitar por las emociones y vivencias de los
autores, y las propias. Del Valle manifiesta que fue un proceso sanador para ambos, y esperan que la gente se identifique con sentimientos que se viven diariamente, y que, si bien no se ven, están siempre latentes.