La actriz guatemalteca acumula personajes sobre las tablas y en el cine.
Para Margarita Kenefic, la actuación es dejar de lado quién es para prestarle su voz, cuerpo y gestualidad a un personaje que contribuye a contar una historia. El gusto por la interpretación la ha acompañado
en todos sus roles, desde la criatura angelical a la que dio vida en una obra navideña con solo seis años, hasta Carmen, el papel que encarna en La Llorona, el más reciente filme de Jayro Bustamante. Los de siempre arranca 2020 junto a la actriz y dramaturga guatemalteca.
Intensa
Margarita Kenefic viene de cerrar un año que solo puede definir como “intenso, exhilarante y exultante”. En buena parte, eso se debe a La Llorona, la película de Jayro Bustamante, que la llevó a festivales de cine tan importantes como Venecia, San Sebastián y La Habana: “Es una cinta que me toca profundamente. Se ha dicho mucho de ella, pero todavía se puede decir más, pues abarca a todas las épocas y las generaciones. Jayro es un genio”.
En el tercer largo de Bustamante, Kenefic es Carmen, un personaje al que los medios internacionales describen como “una matriarca severa y en negación”. Sin embargo, lo que Margarita más resalta es su arco.
“(El dramaturgo) Hugo Carrillo decía que un personaje inolvidable es el que se transforma, el que entra negro y sale blanco, el que entra grande y sale pequeño; y Carmen tiene eso. Lo vi como un reto muy grande”, indica la intérprete.
El de La Llorona es uno de los trabajos más recientes de una actriz que acumula décadas sobre los escenarios nacionales. Margarita recuerda que durante sus años escolares siempre se sintió atraída por la lectura y la escritura, y después de su debut infantil las tablas la siguieron llamando. Al final de la secundaria conoció a un director con el que probó el teatro para aficionados, y cuando sintió, dice, ya había comenzado. Ese era su camino.
Inolvidable
Su carrera le ha dejado roles inolvidables, como La Pregonera, de Carrillo, que, admite entre risas, se “autoheredó” y siguió usando en su propio teatro. También destaca a Aurora, de la pieza La Cometa, un personaje que abarca tres épocas de vida; y a Violeta, de Cuando se cierra la puerta, una mujer que cambia su forma de ver a la persona con la que vive.
De Carillo, Kenefic aprendió lecciones, como entregarse totalmente a un personaje, no tener miedo a romper un espacio y que “un artista es el maestro de la esperanza”. Además, fue el responsable de formarla en la dramaturgia. Desde esa faceta, a Margarita le interesa mostrar y recuperar temas y problemas a los que hay que encontrarles solución.
A pesar de su paso por la gran pantalla, Margarita dice que nunca se ha ido, ni se irá, de los escenarios. Con Andamio Teatro Raro, compañía a la que pertenece, prepara una creación colectiva acerca del fuego y cómo la humanidad lo ha utilizado.
De ese mundo que la atrajo desde la infancia rescata la manera en que se ha convertido en una herramienta para el desarrollo. “El cine puede tambalearse con el streaming, pero no el teatro, porque no se sustituye con nada”, confirma la actriz.