No sé si han leído la famosa frase del gran Hunter S. Thompson que reza: “La vida no debería ser un viaje hacia la tumba con la intención de llegar a salvo con un cuerpo bonito y bien conservado, sino más bien llegar derrapando de lado, entre una nube de humo, completamente desgastado y destrozado, y proclamar en voz alta: ¡Uf! ¡Vaya viajecito!”.
Bueno, para mí no fue una vida entera, ¡fueron apenas 12 meses! Desde la primera semana de enero fue como saltar desde la Torre del Reformador directo al concreto gritando: “Aquí voy 2019”. No sé si fue una rara alineación estelar o alguna fase lunar de más, pero para muchos conocidos fue un año intenso e incierto. ¿En qué momento se pasó otra década? No lo sé. Sin ponerme místico ni esotérico podría atribuirle esos cambios a toda esta serie de eventos inesperados. Cambios, cambios, como diría David Bowie.
Personalmente, a eso me enfrento este año. Estoy seguro que más de alguno de ustedes, lectores, se encuentra en las mismas; a pesar que no tenemos el tiempo comprado, ni siquiera por unos segundos. Porque yo no sé qué me sucederá incluso al momento de terminar de escribir esta columna. Quiero volver a tomar aire y fuerzas para iniciar este otro viaje. No quiero dejar de celebrarlo como me gusta hacerlo.
Mientras pienso que si bien 2019 fue un poco agridulce, dejó abierta la puerta a que el 2020 pueda ser mejor. Pienso que debo seguir insistiendo en ser una mejor persona, a pesar de que este lugar pareciera sabotear cada uno de nuestros pasos. En serio dan ganas de tirar la toalla y decir: “¿Hasta cuándo mundo y tú también Guatemala? ¿Hasta cuándo?”
Este año me enseñó que no está mal hacer planes, pero ya lo dice el viejo proverbio: “Si quieres hacer reír a Dios cuéntale tus planes.” Estoy aprendiendo a que es mejor vivir un día a la vez. Ya la vida se encargará de guiarnos por donde debemos transitar.
Si algo tengo que agradecer es este espacio, por permitirme cada año compartirles algo de lo que más me apasiona en esta vida: la música. Créanme, es algo que no doy por sentado; al contrario, para mí es un lujo. Aunque no conozco personalmente a quienes leen esto, quiero dejar aquí mis mejores deseos para el 2020. No dejen de celebrar la vida. Y si todo sale bien, por aquí dejo una canción para que escuchen mientras el 2019 se disuelve poco a poco frente a ustedes. Feliz año.
Para escuchar: Your Silent Face, de New Order.