Consagrarse campeón como jugador, sin duda, es una hazaña; pero repetir la corona como entrenador, y del mismo equipo, es una gesta poco habitual que contados técnicos pueden presumir. Sebastián Bini, el argentino que dirige a Municipal, es uno de ellos.
Pero si de agregarle valor se trata, las características sobran, y es que Bini guió a la cúspide a los rojos en su primer torneo como estratega, y los colocó como el equipo con más títulos en la historia del futbol guatemalteco (31), igualado con el Olimpia, de Honduras, como los más ganadores de
Centroamérica.
“Para mí, que estoy arrancando en esto, es algo magnífico, impensado hace algún tiempo. Hoy el sueño se ha hecho realidad”, aseguró el estratega de 40 años de edad, después de celebrar con euforia la corona conquistada el domingo, en el Estadio Doroteo Guamuch Flores.
A pesar de que el reto le llegó de un momento a otro, pues asumió la responsabilidad a medio año, después de la salida de Horacio Cordero, de quien era asistente, Bini demostró estar listo para encajar.
“Cuando agarré este equipo estaba convencido del material humano que tenía y de la calidad de mis jugadores. Sabía que era posible, pero también sabía que era difícil, como lo fue”, exteriorizó.
Durante el camino, según él, la convicción fue una de las armas que más lo respaldó, y que lo mantuvo de pie cuando el barco tambaleó.
“Nunca dudamos, a pesar de que siempre supimos que había muchos obstáculos. Creímos mucho en nuestro trabajo. Esta etapa final fue lo más difícil, porque nos tocó jugar un clásico y ganarle la copa al campeón”, manifestó el nacido en Buenos Aires.
El sabor de ser campeón como técnico “es diferente”, según el timonel escarlata.
“Uno como jugador a veces no sabe todo lo que vive un entrenador día a día. El trabajo que hay que hacer post-entrenamiento, post-partido. Como jugador quizá uno lo vive con una emoción tremenda, pero no sabe del gran esfuerzo que hacen los cuerpos técnicos. Es un trabajo muy complicado”, sentenció.
Sacrificar momentos con la familia, como la Nochebuena y la Navidad, por estar concentrado con el equipo, “valió la pena”.
“Uno que es un enfermo y apasionado del futbol, sabe que tiene que dejar un montón de cosas, y esto es parte de eso, pero cuando pasa esto (ser campeón) uno agradece mucho y entiende que todos esos momentos que dejás, se ven recompensados”, concluyó.