Se acerca la despedida de los Skywalker en Star Wars, saga que tantas alegrías (y varios resbalones) nos ha dejado. Star Wars: The Rise of Skywalker se estrenará dentro de poco, y mi emoción resulta indescriptible por momentos.
Entiendo que a muchos no les haya gustado la última trilogía e, inclusive, que se hayan debilitado en el uso de la Fuerza. ¡Ah! Pero si vieran cómo sigo abriendo las puertas de los elevadores sin tocarlos o trato de explicar ideas a mi esposa por medio de telepatía, tal vez cambiarían de opinión.
No soy el único que aplica la Fuerza en su vida cotidiana. Fredo, como muchos, la utiliza cuando está desparramado en su cama e intenta alcanzar el control remoto que se encuentra lejos. Edgar la usa cuando entra en su carro y al cerrar la puerta pasa la mano por la luz del techo para que se apague lentamente, y la joven Sofi repite “soy una con la Fuerza, la Fuerza está conmigo” antes de hacer su tarea.
León la invocó cuando decidió qué carrera seguir en la universidad. Eligió Comunicación, así que no estoy seguro si lo benefició. Leslie se empodera de la Fuerza para hipnotizar a su hija y que comience a comer y deje de jugar, y Lucía cuando debe atender a su bebé por las noches. Todo padre sabe que estas misiones no están diseñadas para los débiles.
Esvin (o Máster Esvin) le hace un llamado al lado de la Luz cuando busca parqueo en algún lugar, especialmente en centros comerciales, y cuando Mauricio sabe que su hija actuó correctamente, la ve con orgullo y le dice: “You have been well trained my young apprentice” (Has sido bien entrenada, mi joven aprendiz).
Aunque confiesa estar un poco oxidado para estrangular y hacer cambiar de opinión a la gente, Allan sigue practicando esta bendición del Lado Oscuro. Y Gabriel, a pesar de ser trekkie, cuando no riega sus plantas por descuido, usa la Fuerza para que los midiclorianos las renueven. “Nunca falla”, expresa.
Y JC (también llamado Master JC) la practica a otro nivel. Me relató que si viaja en Transmetro, es hora pico y todos van tan apretados como sardinas enlatadas, cuando el piloto abre la puerta en una estación, él se apresura a cerrarla para que no entren más personas. “Es que ya no cabemos”, dice. A Vittorio y Jair ni les pregunté, porque seguramente me hubieran respondido: “Me extraña, Master, ¡nosotros usamos la Fuerza en todo!”.
Nos vemos en el cine, para despedir a los Skywalker.
Por David Lepe