Músicos de Guatemala, México y Honduras se unen en una presentación.
Fotos: cortesía Daniel Hernández-Salazar
Las cuerdas unieron a los músicos guatemaltecos Styvens Barrios y David Arturo de León con sus colegas, el mexicano Adrián García y el hondureño Kevin David Bustillo. Gracias a la química instrumental y melódica que emana al tocar juntos y que resalta los lazos entre países, formaron el Cuarteto Mesoamericano. Con un repertorio que paseará por la música popular, la clásica y la moderna, este conjunto se presentará el viernes a las 19:00 en el Fondo de Cultura Económica, 6a. avenida 8-65, zona 9. La admisión es de Q50.
Lazos musicales
“Nos conocimos en el Conservatorio Nacional de Música. Adrián y Kevin (violinistas) vinieron a estudiar a Guatemala y nos llevamos muy bien. Nacieron las ganas de tocar juntos el Cuarteto para cuerdas no. 8, de Dmitri Shostakóvich, y luego probamos con más piezas y decidimos crear el Cuarteto Mesoamericano”, comenta el chelista Styvens Barrios.
Ahora, los músicos extranjeros continuarán sus carreras fuera de nuestro país, y en honor de los lazos musicales y de amistad que tejieron ofrecerán un último concierto, titulado Hasta pronto. Para Adrián García, quien el próximo año ingresará en la William Carey University, de Mississippi, EE. UU., ser parte de este proyecto fue “muy interesante”, ya que se encontró con una manera diferente de leer e interpretar música: “Cada quien tiene un color distinto de la textura del sonido, y vivimos un intercambio de técnicas”.
Hasta pronto
El Cuarteto Mesoamericano conjugará la primera parte del programa del viernes con las notas del tango Oblivion,
del argentino Astor Piazzola, una oda al olvido, cargada de melancolía y nostalgia. Luego del momento íntimo y sobrio, Barrios, De León, García y Bustillo harán una parada por el Trío Divertimento KV 563, del alemán Wolfgang Amadeus Mozart. “Esta pieza es juguetona, dinámica y difícil”, dice el chelista.
El plato fuerte será la melodía que los unió: el Cuarteto para cuerdas no. 8 en do menor, de Schostakóvich, una obra que, se cuenta, el compositor escribió como un testamento. Esta dará paso a Huapango, del mexicano José Pablo Moncayo, con la que buscan resaltar los sonidos folclóricos de dicho país. “Manejar la música de cámara es algo más individual, pero en este caso somos cuatro, y eso es algo complicado. Nos motiva a trabajar detalladamente para que no haya ningún error”, expresa García.