El tiempo siempre será algo confuso, al menos para mí. A veces es demasiado, otras veces no es suficiente. Ya lo dijo alguna vez W. H. Auden: “Oh, no permitas que el tiempo te engañe. No puedes conquistar el tiempo”.Sin embargo, existen genios que de alguna manera lo logran. El músico y compositor australiano Nick Cave me parece que es uno de ellos.
Hablar de la trayectoria de Cave es hablar de 40 años de una obra que va más allá de una agudeza artística difícil de etiquetar. Aun así, encuentra la forma de reinventarse con cada trabajo. Este año Nick Cave & The Bad Seeds emerge con uno de sus álbumes más poderosos hasta el momento: una dulce y lenta meditación interminable y compleja acerca de la mortalidad y nuestro dolor como seres humanos.
Ghosteen es el título del primer álbum que Cave escribe y graba por completo con The Bad Seeds, desde la muerte de su hijo Arthur, en 2015. En esta obra maestra, el músico canaliza su dolor y su estado de ánimo en un lento viaje que va desde empatizar con los verdaderos creyentes que lloraron a los pies de Cristo en la crucifixión, y en el que se aferra a la amistad y el amor sin importar la forma que tomen. En sus letras pierde su fe, para luego luchar desesperadamente por cualquier creencia que pueda reemplazarla entre pasajes musicales creados por sintetizadores y pianos.
Es una obra en la que aún si se carece de un poco de sensibilidad resulta desgarradora, y extrañamente reconfortante. Es la pesadilla de Cave puesta en exhibición. No puedo dimensionar lo que significa perder a un hijo, no soy padre. Pero debo mostrar mis respetos ante Nick Cave, al quedar conmovido frente a una pieza musical hermosa y sublime, a partir de la angustia más profunda.
Cave no sublima la tragedia en triunfo. Me parece que simplemente se asegura de saber que todos hemos pasado por nuestros propios infiernos. Esa profunda introspección es el núcleo de lo que puede ser uno de sus álbumes más conmovedores de toda su carrera.
Muchas veces creo que es normal tratar de escapar de esos calvarios. Nadie quiere sufrir. Quisiéramos que todo fuera un poco más fácil, pero creo que si fuera de esa manera nos desligaríamos por completo de lo que significa ser humano. Yo celebro nuestra capacidad de transformar el dolor en obras que al verlas o escucharlas se sienten como un abrazo fraterno. Piezas que, por muy hostil que este lugar parezca, nos recuerdan que, de alguna forma, no estamos solos. Gracias por este inmenso abrazo Nick Cave.
Para escuchar: Galleon Ship, Bright Horses y Waiting for You.