En un discurso marcado por las emociones, el escritor recordó los momentos ypiezas clave de su carrera.
A tres piezas clave en su vida; su madre, su hermano y el escritor Luis de Lión, dedicó Luis Eduardo Rivera el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias 2019. Durante la ceremonia, celebrada ayer en el Salón de Recepciones del Palacio Nacional de la Cultura, y con la voz entrecortada e invadido por la emoción, el autor anunció que compartiría el galardón con Mayarí, hija de De Lión, con el objetivo de “preservar la memoria y legado” del literato.
Nacimiento
Durante 11 años, Luis Eduardo Rivera (Ciudad de Guatemala, 1949) vivió en Antigua Guatemala. Allí se devoraba las biografías de artistas y escritores que encontraba en los cómics de una publicación mexicana que le encantaba. “Fueron el trampolín que hizo que me lanzará de clavado al océano de las letras”, comentó el galardonado durante su discurso de aceptación del Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias.
El narrador, poeta, ensayista, crítico literario y traductor recordó también aquellos tiempos en que se encerraba en un “cuartito” de su casa a escribir y llenar las páginas con las ideas de su primera novela, la cual nunca vería la luz.
Las tertulias de los 70
Aunque a Rivera no le interesaba mucho estar en la Facultad de Humanidades, en la que se inscribió, “era lo más cercano a ejercitar mis deseos de escritor”, dijo. Fue durante esa época que conoció a Marco Antonio el Bolo Flores, quien lo introdujo al grupo de autores de la Generación del 70. Junto a él y a Ana María Rodas, Enrique Noriega, Mario Roberto Morales y Luis de Lión pasaron por restaurantes y casas, construyendo tertulias y una amistad que los marcaría para siempre.
Como migrante
La disertación de Rivera ahondó, además, en la época en que tomó su maleta y se instaló en París, Francia. Narró cómo al llegar tuvo que “sobrevivir como cualquier migrante”, fue empleado del
sector alimenticio y portero nocturno de un hotel. “El trabajo era aburrido, entonces tomaba mi maquina de escribir y corregía mis textos. Así nació mi novela Velador de noche/soñador de día”, detalló.
La literatura francesa, expresó, dio un giro a su proceso creativo: “Vi la riqueza de los diarios y apuntes de los escritores y así adopté una forma más reflexiva, estilística y filosófica para mis obras”.
Durante la ceremonia de entrega del reconocimiento, Rivera estuvo rodeado de sus allegados y de algunos integrantes de la Generación del 70. Elder Súchite Vargas, titular de la cartera de Cultura y Deportes, que concede este premio, destacó el sobresaliente manejo del idioma que el autor hace en su trabajo y el reflejo de la realidad de los tiempos que vivió.