El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, dijo este viernes que la puesta en libertad de Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín el Chapo Guzmán, poco después de ser arrestado en la mexicana Culiacán fue para evitar poner en peligro “las vidas de las personas”.
“No puede valer más la captura de un delincuente que las vidas de las personas. Ellos (el gabinete de seguridad) tomaron esta decisión (liberarlo) y yo la respaldé”, dijo el mandatario en su habitual rueda de prensa matutina, esta vez desde la ciudad de Oaxaca, en el sur de México.
El mandatario reconoció que la situación “se tornó muy difícil” en Culiacán – que durante horas estuvo sitiada por las balas – y, al estar “en riesgo” muchos ciudadanos, se optó por dejar en libertad a este delincuente, confirmando esta decisión tras el caos informativo y la incertidumbre del jueves.
Relató que la tarde del jueves le informaron sobre los acontecimientos en esta ciudad del noroccidental estado de Sinaloa y de inmediato se reunieron los integrantes del gabinete de seguridad.
Este gabinete está encabezado por los secretarios de la Defensa Nacional, Luis Cresencio Sandoval; de Marina, José Rafael Ojeda; de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, Alfonso Durazo, y por el titular de la recién creada Guardia Nacional, Luis Rodríguez Bucio, para darle seguimiento al problema.
“Tomaron decisiones que yo respaldo”
“Se concentraron y le dieron seguimiento a ese asunto y tomaron decisiones que yo respaldo y avalo porque la situación se tornó muy difícil. Estaban en riesgo muchos ciudadanos, muchas personas, muchos seres humanos y se decidió proteger la vida de las personas y yo estuve de acuerdo porque no se trata de (crear) masacres”, dijo.
Explicó que se trató de un operativo que llevó a cabo el Ejército mexicano, a partir de una orden de aprehensión de un presunto delincuente, pero “hubo una reacción muy violenta (de los delincuentes) y no se podía poner en riesgo la vida de mucha gente”.
Señaló que hubo una movilización de los grupos de la delincuencia en toda la ciudad de Culiacán y hasta tomaron “casetas” (peajes en carretera) e incluso se desplegaron en otros municipios del estado, como El Fuerte.
Aseguró que su decisión se tomó para proteger a los ciudadanos porque “no se puede apagar el fuego con el fuego” y recordó que su Gobierno persigue otra estrategia diferente a la de los anteriores gobierno.
“Nosotros no queremos muertos, no queremos la guerra, cuesta trabajo entenderlo pero la estrategia que se estaba aplicando anteriormente convirtió al país en un cementerio”, dijo en referencia los Gobiernos de Felipe Calderón (2006-2012) y Enrique Peña Nieto (2012-2018), en los que se estiman más de 250.000 muertos y más de 40.000 desaparecidos por la llamada guerra contra el narcotráfico.
“No es fácil (combatir a la delincuencia). Es un proceso, no es sencillo porque se dejó avanzar mucho el problema de la violencia tenemos y tenemos que enfrentar dos mafias la delincuencia de cuello blanco y a la delincuencia organizada, eso es lo que enfrentamos”, expuso.
El suceso en Culiacán ha reflejado el enorme control que tiene el Cártel de Sinaloa y sus células sobre la región, que se consideraba relativamente pacificada en los últimos meses.
Según los datos más recientes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública de México, entre enero y agosto de este año el noroccidental estado de Sinaloa registró 577 muertos, un 22,8 % menos si se compara con los 747 homicidios dolosos del mismo periodo del año pasado. México, EFE