En la Europa de los años 50, el epicentro del mundo de los cómics estaba en Bélgica. Esto cambió en octubre de 1959, con el surgimiento de una revista francesa llamada Pilote.
La revista fue una iniciativa de un grupo de artistas y escritores encabezados por René Goscinny, Jean-Michel Charlier, Albert Uderzo y Jean Hébrard. Pilote (Piloto) contenía historietas serializadas y artículos cortos, con abundantes fotografías e ilustraciones. El primer tiraje (consistente en 300 mil ejemplares) se vendió en un solo día.
A pesar de este éxito temprano, la revista se encontró en serios problemas financieros menos de un año después. Afortunadamente, la editorial Dargaud intervino y la publicó de allí en adelante. Con este apoyo, Pilote pudo crecer y lanzar nuevas series, como Guy Lebleu, Valentin le Vagabond y Tracassin.
Originalmente, Pilote estaba orientada a un público joven adolescente, y su contenido era muy sano y pedagógico, parecido al de revistas como Tintin y Spirou. Sin embargo, Goscinny, quien se convirtió en el editor, tenía pensado un tono más adulto para la publicación y progresivamente cambió de rumbo. Dos historietas en particular lograron mucha popularidad: Astérix le Gaulois (1959), escrita por Goscinni y dibujada por Uderzo; y el western Lieutenant Blueberry (1963),escrita por Charlier y dibujada por Jean Giraud.
La popularidad de la revista hizo que muchos artistas de renombre colaboraran con la publicación, como Claude Pascal, Gérald Forton y William Vance. A finales de los 60 se integraron nuevos talentos del cómic como Marcel Gotlib y Claire Bretécher. Pierre Christin y Jean-Claude Mézières lanzaron su influyente serie de ciencia ficción, Valérian, en las páginas de la revista.
El ocaso de Pilote empezó con la década de los 70, cuando varios artistas se fueron a trabajar a otras publicaciones o bien fundaron sus propias revistas, como L’Echo des Savanes, Metal Hurlant y Fluid Glacial. La revista se adaptó y bajó su frecuencia de semanal a mensual.
Guy Vidal reemplazó a Goscinni como editor, y se incluyó el trabajo de artistas extranjeros como Hugo Pratt y Robert Crumb. Con esto se logró un repunte de ventas que se mantuvo hasta finales de los 80, cuando ninguna medida logró rescatar la revista y dejó de publicarse en 1989, en el marco de una crisis generalizada entre las publicaciones mensuales de cómics.
Durante sus 30 años de existencia, Pilote tuvo un impacto decisivo en los cómics franceses y en el mercado editorial de su país. La revista fue un masivo semillero de talento e influyó a toda una generación de artistas que continúan su legado por medio de su arte.
