Cuando dejamos a alguien la tendencia es extrañarlo. Esto pasa sencillamente porque estábamos acostumbrados a la otra persona. Nos adaptamos hasta a sentirnos mal con ellos. Las segundas oportunidades son un tema delicado, en el que hay dos vertientes: los “NO” y los “Todos merecemos una segunda oportunidad”. ¿A cuál perteneces tú?
Aquí les va un secreto: yo tengo una relación que nació de una cuasi segunda oportunidad. Y digo “cuasi” porque realmente nunca fuimos novios antes, pero sí tuvimos intenciones de salir.
“@nojuzgo, entonces, ¿tú sí crees en las segundas oportunidades?” “Mmm… depende. No le daría una segunda oportunidad a cualquiera”. Por eso, les hice esta pregunta: ¿creen en las segundas oportunidades?
Esperanza: “¡Sí! Todos merecemos una segunda oportunidad”.
Estoy de acuerdo contigo, amiga. Todos merecemos una segunda oportunidad (sobre todo en el ámbito personal, chicos). Sin embargo, creo que hay que enmarcar las acciones que las merecen y a las que no. Para esto hice una clasificación que denominé: mañas versus personalidad.
Les explico, una maña es morderse las uñas, ser un manojo de nervios, revisar el teléfono de tu pareja por miedo a que te estén quemando el rancho y llegar tarde. La personalidad es algo intrínseco del ser humano: ser intenso, ser aventurero, tus gustos personales.
Las mañas son remediables, pero la personalidad no. Cuidado si regresan con alguien y esperan que sea menos intenso o que transforme sus gustos. Si hacen eso solo crean una bomba de tiempo que va a explotar eventualmente. Además, pregúntense, si quieren cambiar la personalidad de alguien, ¿realmente lo aman?
Desesperanza: “No, las personas nunca cambian”.
Bueno chicos, aquí vamos a aplicar la clasificación de mañas versus personalidad. Las mañas sí pueden cambiarse, la personalidad, no lo sé. Conste, yo solo hablo desde mi experiencia.
La ecléctica: “Las segundas oportunidades se dan solo cuando se ganan. Con acciones, no palabras”.
¡Estoy 100 por ciento de acuerdo con esto! A veces las personas nos hacen mil promesas de cambio y luego resultan estar igual. Es como cuando das fiado bajo la promesa de pago, luego ya no te pagan y no encontrás la forma de cobrar. ¡No lo hagan! Si los aman, que lo demuestren.
Realista: “Las personas no cambiamos, solo mejoramos, y no todas están dispuestas a hacerlo”.
Otra vez, mañas versus personalidad. Creo que para mejorar en ambos aspectos necesitamos tener voluntad. Si no tenemos ganas de cambiar no podremos hacerlo.
La voz de la experiencia: “Segundas oportunidades, sí, terceras, no. Posdata, por infidelidades, nunca”.
Amiga, quisiera enmarcar este consejo. No sigan con alguien por infidelidades. La verdad no vale la pena quedarse con alguien que no te demuestre respeto en momentos de debilidad.
…En conclusión
Tal vez vale la pena dar una segunda oportunidad. Creo que tienen que medir el amor, las circunstancias y las acciones de cambio. Recuerden, nada de lo aquí dicho está escrito en piedra. El amor es casuístico y el corazón normalmente sabe qué hacer.
¿Tiene dudas del corazón?
Cada martes Eugenia Cruz las responderá. Sígala en Twitter e Instagram como @nojuzgo. Recuerde que todas las consultas son anónimas.
Por Eugenia Cruz