La cultura garífuna es reconocida por mantener viva la riqueza de sus costumbres y tradiciones, las danzas y ritmos musicales, su gastronomía y artesanía características, lenguaje, rituales y prácticas del cuidado de la naturaleza, heredadas de sus antepasados y transmitidas a las nuevas generaciones.
En el Centro Histórico capitalino se concentra una generación joven de garífunas, quienes migraron de Livingston, Izabal, y que además mantienen viva su cultura en todas sus expresiones.
Dichos connacionales, realizan presentaciones de bailes al ritmo de los tambores y otros instrumentos de percusión, amenizando fiestas o deleitando a los transeúntes; otros elaboran diferentes bebidas y platillos propios de su cultura; también peinados, como trenzas, y otras
actividades.
La lengua, danza y música garífuna fueron declaradas Patrimonio Cultural Intangible de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en 2001.
Los garífunas son descendientes de africanos y nativos del Caribe como los arahuacos, y habitan en Honduras, Belice, Guatemala y parte de Nicaragua.