La institución musical enriquece el arte y la cultura local en cada una de sus presentaciones.
Como Patrimonio Cultural de la Nación, la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) abraza a los guatemaltecos con un regalo sensorial: la música. Dirigida por un consejo, que se elige anualmente desde 1991, la institución del Ministerio de Cultura y Deportes (MCD) trabaja para enriquecer el arte local con temporadas que se desarrollan a lo largo del año. Este mes, el ensamble celebró su 75 aniversario como OSN, pero su trayectoria comprende mucho más en el tiempo.
Primeras notas
Uno de los primeros registros que se tienen de la entonces Orquesta Sinfónica data de febrero de 1927. Se trata de un programa de mano del 18 Gran Concierto de la Unión Musical de Guatemala, celebrado en el Teatro Cápitol, bajo la dirección de Bernardo J. Coronado y en el que se interpretaron piezas de Camille Saint-Saëns y Felix Mendelssohn. De acuerdo con el flautista Gabriel Yela, presidente del Consejo Directivo, esto da una idea del trabajo de la primera formación, fundada un año antes.
En 1929, el grupo se desintegró y dio paso a la creación de un pequeña orquesta de cámara llamada Ars Nova. Sin embargo, como tal, el ensamble fue constituido nuevamente en 1936, durante el gobierno de Jorge Ubico Castañeda, con el nombre de Orquesta Liberal Progresista.
Oficial
Como parte del Ministerio de Guerra (Ministerio de la Defensa Nacional), meses antes del comienzo de la conocida como Primavera democrática, el 11 de julio de 1944, un acuerdo presidencial la bautizó como Orquesta Sinfónica Nacional. Su primer director fue el violinista Andrés Archila, quien tuvo la tarea de reorganizar la institución e incrementar el número de músicos. Casi dos años más tarde se presentó la primera temporada sinfónica como OSN.
Más adelante en el tiempo, el grupo fue integrado a la Dirección General de Bellas Artes, del Ministerio de Educación, en el que permaneció hasta la creación del MCD, en 1986. Por eso y más, en el Concierto de gala, celebrado la semana pasada, se repasaron no solo los 75 años de historia oficial, sino “la persistencia del ensamble para promover la cultura musical del país, durante 93 años”, apunta Luis Mijangos, secretario del Consejo Directivo.
Acervo musical
El acervo sonoro de la OSN es resguardado en su archivo, que actualmente está compuesto por no menos de mil 900 obras. “Es un material muy valioso para el repertorio orquestal académico guatemalteco y del mundo, y una muestra de la riqueza cultural que ha tenido el país a lo largo de la historia de la OSN”, expresa su responsable, la flautista Gabriela Corleto.
Este inventario cuenta con partituras y particellas de un programa que abarca diversos períodos: desde el barroco hasta el contemporáneo. En el catálogo sobresalen las creaciones de autores internacionales, como Johann Sebastian Bach, Ludwig van Beethoven, Wolfgang Amadeus Mozart, Camille Saint-Saëns, Johann Strauss, Piotr Ilich Tchaikovsky, Giuseppe Verdi, Antoni Vivaldi y Richard Wagner, y nacionales, como Benigno Mejía Cruz, Franz Ippisch, Eulalio Samayoa, Enrique Anleu Díaz y el maestro Joaquín Orellana. Además de almacenar dicho material, en esta área se prepara la música que se utilizará en ensayos y conciertos.
En la versión digital de este archivo pueden ubicarse sinfonías, conciertos, oberturas, fantasías, suites, óperas, himnos, valses, cantatas, popurrís, danzones, dramas líricos y poemas sinfónicos. Asimismo, música de cámara y composiciones de corte tradicional, popular guatemalteco y navideño.
Precisamente, con la intención de preservar el valor cultural del conjunto y el rico inventario musical que posee, el 27 de noviembre de 1981, el Congreso de la República nombró a la OSN Patrimonio Cultural de la Nación, según Decreto 80-91.
Instrumentos que son tesoros
Más allá de su repertorio musical, la OSN también cuenta con un patrimonio de bienes muebles. Destacan, por ejemplo, una celesta de gran valor histórico y un arpa que, como señala Mijangos, juega un papel importante para la orquestación de obras del romanticismo, el impresionismo y la época contemporánea.
Entre los tres pianos de cola sobresale un Steinway, adquirido en los años 60. Si bien en la actualidad no es utilizado por temas de conservación, su valor continúa intacto, pues es uno de los dos modelos de esta marca que existen en Guatemala, comenta Mijangos. A esto se suma un lote donado por la Embajada de Japón en los años 90, compuesto por violines, violas, cellos, una trompeta, un clarinete, un fagot y un contrafagot, usados en conciertos y ensayos.
Innovación armónica
Aunque en su formación, la Sinfónica cuenta con un promedio de 75 músicos, requeridos para presentar repertorios clásicos, el conjunto incursiona en otros géneros y estilos. Entre ellos, programas del Romanticismo, para los que el Consejo Directivo invita a pianistas e intérpretes de cuerda, con el objetivo de incrementar la variedad sonora.
La agrupación se renueva constantemente, y prueba de ello son espectáculos como Un concierto de película y Música de videojuegos, en los que, expone Yela, al público le interesa más el catálogo que el director o los intérpretes. “Son piezas que se reconocen con facilidad, por lo que se convierten en un primer acercamiento a la música académica”, agrega.
Temporadas
Anualmente, la OSN alterna no menos de siete temporadas.
Escolar: dirigida a estudiantes desde la pre-primaria hasta diversificado.
Popular: destinada al público que no frecuenta el teatro o el conservatorio.
Oficial: destaca por su programa académico y la ejecución de piezas de grandes genios de la música.
Extraordinaria: puede interpretarse cualquier repertorio, ya sea popular o académico.
De cámara: es ofrecida por grupos reducidos, como un dúo, un trío o un cuarteto.
Universitaria: es similar a la Popular, pero enfocada en la población universitaria.
Nacional: las obras que se ejecutan son únicamente de compositores guatemaltecos, con directores y solistas locales.
Navideña: el repertorio es alusivo a esa época del año.
Departamental: gira de la OSN por el interior del país.