Ayer, a los 91 años, falleció la soprano responsable de formar a muchos talentos nacionales.
La ópera guatemalteca perdió ayer a Bárbara Bickford, la reconocida soprano que participó en montajes de la talla de Don Pasquale y La Traviata. Más allá de la interpretación, sus 91 años de vida también le dieron para formar con generosidad y amor a una buena parte de los talentos vocales del país, en quienes su legado se mantendrá vivo.
Las notas que la hicieron vibrar
De padre guatemalteco y madre canadiense, Bárbara Bick-ford llegó al mundo el 3 de abril de 1928 en Ottawa, Canadá. En sus primeros años, su familia se mudó a Guatemala y con tan solo 5 años, conoció las notas del piano. Estas la cautivaron y más adelante la llevaron a estudiar canto lírico en la Universidad McGill de Montreal. Fue en ese lugar donde se desarrolló su pasión por la ópera, género que a su regreso a Guatemala la hizo brillar junto a su gran amigo, el barítono Luis Felipe Girón May.
La voz que cautivó
La voz de Bickford encantó los escenarios y la soprano expuso su talento en montajes tan reconocidos como Don Giovanni, La Traviata y Don Pasquale. Precisamente con esta última obra, una de sus favoritas, un grupo de artistas de la ópera le rindió tributo en junio del año pasado sobre las tablas del Teatro Dick Smith. “Tuve la dicha de colaborar para que la maestra tuviera la gran alegría de ver una de sus piezas más amadas. Estaba muy sonriente y feliz por el homenaje que hicimos”, detalla la soprano Karin Rademann.
El legado vigente
El músico Hugo Arenas, director del Conservatorio Nacional de Música Germán Alcántara, exalumno y amigo cercano, asegura que Bickford sentó un precedente en la ópera guatemalteca, ya que inspiró a muchos intérpretes a creer en su instrumento y apasionarse por él. “La maestra siempre estuvo dispuesta a compartir su talento, abriendo espacios y oportunidades a un 70 por ciento de los cantantes actuales”, comenta emocionado.
Rademann resalta que parte del legado que deja Bickford es su ejemplo de amor por la música y su positivismo, además de todos los artistas que formó, quienes trabajan fuertemente por visibilizar el género operático. “Ella sembró semillas de inspiración en hombres y en mujeres, y estas harán un efecto multiplicador en la música”, puntualiza la soprano.