El director de orquesta y compositor habla de las etapas de su trayectoria.
Para Dieter Lehnhoff (Guatemala, 1955), la música es la puerta de acceso a espacios insospechados y poseedores de una riqueza artística que va más allá de lo cotidiano y lo racional. Como “elocuente y persuasiva” describe el intérprete, director de orquesta, compositor e investigador la disciplina que lo cautivó desde hace no menos de 50 años. Su pasión por el arte que reúne razón y sentimientos en una sola composición lo hace uno de Los de siempre.
Niño prodigio
Dieter Lehnhoff aprendió a leer letras y música de forma casi simultánea. A los cinco años, comenzó sus estudios de flauta dulce y a esa primigenia interacción se sumaron las clases de violín, trompeta, piano y guitarra. Asimismo, el estímulo que proveía la colección de discos clásicos de sus padres, gracias a la que conoció a compositores como Wolfgang Amadeus Mozart, Johann Sebastian Bach y Ludwig van Beethoven.
Tempranero fue también el deseo de Lehnhoff de crear “música que no existiera”. “Al dominar la escritura musical, pude diseñar piezas para tocar con mis amigos de la infancia y la juventud”, comenta. A sus 13 y 14 años, asegura, ya poseía la habilidad para armar estructuras melódicas complejas y así lo hizo en Gavota, que compuso para la Orquesta Sinfónica Juvenil, de la cual formaba parte como violín concertino.
Más allá de la ejecución
En su adolescencia Lehnhoff se dedicó a dirigir las agrupaciones corales e instrumentales, que integraba, una tarea que lo estimularía a, en el futuro, tomar la batuta de una orquesta. “Al conocer la composición y poder transmitir sus contenidos, me pareció fascinante indagar en la faceta de ensamblar la obra junto a otros músicos, y reproducirla”, señala.
Aficionado a profundizar en las creaciones, en la década de los 80 Lehnhoff vivió un encuentro clave con una serie de documentos musicales antiquísimos, que databan de los siglos XVI, XVII y XVII. Al examinarlos, confiesa, reconoció un valor artístico similar a las grandes piezas europeas de esas épocas, lo que lo impulsó a publicar su primera antología, con el apoyo del Centro de Investigaciones Regionales de Mesoamérica.
Desde entonces, además de la interpretación, la composición y la dirección, se ha desarrollado como un musicólogo interesado en acrecentar el acervo musical del país. Esa misión actualmente la cumple en el Instituto de Investigación y Estudios Superiores en Musicología, de la Universidad Rafael Landívar. “Cada investigación, transcripción e integración significa devolver a Guatemala un legado cultural indispensable para cimentar la identidad nacional y el orgullo de pertenencia”, manifiesta.
A las nuevas generaciones
Sin duda, Lehnhoff ha recorrido un largo camino musical. Por eso, a los jóvenes interesados en este arte les aconseja una formación integral, desde conocer otros instrumentos, además del principal, e identificar cómo funcionan, hasta unirse a distintas agrupaciones, para dominar voces y melodías que arman una composición. Aunque más allá de la técnica, asegura, es importante la sensibilidad y la humanidad, pues la única manera de provocar euforia y felicidad en el público es mediante un alma limpia.