En los cómics, cada historia que se ha escrito sobre un determinado personaje forma parte de su universo, y debe ser tomada en cuenta al momento de crear la siguiente, con el fin de mantener una continuidad narrativa. Con los nuevos títulos esto no es problema, pero sí lo es si hablamos de cómics con muchas décadas de trayectoria.
Con las editoriales grandes, como Marvel y DC, el asunto es todavía más delicado, pues cada empresa tiene una cartera enorme de personajes con títulos propios, y estos periódicamente colaboran o colisionan entre sí, lo cual repercute en sus historias individuales. Con docenas de cómics producidos cada mes, el trabajo es repartido entre un ejército de escritores, que son coordinados por varios editores, que a su vez responden al editor en jefe. Esta complicada logística obliga a que los grandes arcos narrativos sean planeados con meses y hasta años de antelación.
Por supuesto, entre más partes móviles tenga una maquinaria, más propensa es a los fallos y siempre hay cosas que componer. Afortunadamente, los editores tienen una herramienta a su disposición para taparle el ojo al macho: la continuidad retroactiva (retroactive continuity), también llamada retcon. Es un recurso literario por medio del cual hechos establecidos en un trabajo de ficción son ajustados, ignorados o contradichos por obras posteriores que rompen, poco o mucho, con la continuidad.
Los retcons son utilizados para ajustar historias sobre la marcha, corrigiendo y superando errores o problemas descubiertos, una vez que el cómic ya ha sido publicado. También se usan para cambiar la forma en la que una obra debe ser interpretada y para acomodarla a la realidad, cuando predicciones o suposiciones hechas anteriormente resultaron ser erróneas.
Pero no todo puede componerse con un retcon, porque esencialmente esta medida no es más que un parche. Al igual que con las llantas, llega un momento en el cual ya no puede seguirse remendando y es mejor reemplazar la pieza completa. A este cambio total se le llama reboot.
El término reboot viene del mundo de la informática y consiste en reiniciar una computadora, para obligarla a recargar todos los archivos. Suele ser muy efectivo para arreglar una máquina que se ha puesto demasiado lenta o bien “congelado”. En la ficción, el reboot es la solución atómica: se borra toda la trayectoria narrativa de ese título y permite a los escritores redefinir personajes y abrir nuevas oportunidades narrativas. Si bien los reboots le dan un punto de entrada a los nuevos lectores y les simplifican el trabajo a los escritores, generan gran controversia entre los aficionados, ya que todas las aventuras que siguieron con devoción, mes a mes, por años y años, nunca sucedieron.