El vetusto estadio de Mestalla se quedó pequeño para albergar ayer la gran fiesta de celebración del Valencia con sus aficionados luego de ganarle la Copa del Rey al Barcelona (2-1) en el año del centenario de un club que no festejaba desde hacía 11 la consecución de un título.
Incluso antes de que aterrizara el avión del Valencia en Manises el estadio había comenzado a llenarse. Nadie se quería perder la fiesta y eso que la noche había sido larga.