Como cada año por estas fechas, una multitud de productores, distribuidores, periodistas y turistas se adueñan de la ciudad francesa de Cannes y triplican la población local: es la señal de la inminente inauguración de su festival de cine, que comienza mañana su 72 edición.
Aunque a primera hora de la tarde su alfombra roja ni siquiera está desplegada en las escalinatas del Palacio de Festivales, sede del certamen durante los próximos 12 días, no falta quienes quieren inmortalizarla ya con su cámaras, vacía pese a todo de sus primeras estrellas.
“Todavía no hay mucho glamour, pero ya lo habrá”, señala Philippe, un jubilado francés de 65 años que va a pasar una semana en la ciudad, donde su hija tiene que estar unos días por trabajo.
Pasear por el paseo marítimo y palpar el ambiente es en sí mismo una atracción más. Mientras, en el Palacio de Festivales, los trabajadores se afanan por acabar a tiempo las instalaciones, donde las únicas colas que se forman en la víspera son para recoger las acreditaciones.
Los arcos de seguridad y los controles para entrar al recinto son solo un pequeño ejemplo de los medios desplegados para evitar incidentes: hay unos 700 funcionarios de policía movilizados, 639 cámaras de videovigilancia y maceteros gigantes que bloquean el acceso a los coches en ciertos tramos peatonales.
Los hoteleros registran en estas dos semanas hasta el 15 por ciento de su cifra de negocios anual, según su sindicato. En L’Esterel, un dos estrellas con una ubicación privilegiada entre el palacio y la estación de tren, las habitaciones saltan de los €72 (Q619.32) habituales a los €260 (Q
2 mil 236.4). “Es la ley de la oferta y la demanda”, explica su recepcionista.
A la actividad habitual de los grandes hoteles se suman las recepciones, presentaciones y fiestas que nutrirán su agenda hasta el 24 de mayo, día en que se desvelará el palmarés.
La película The dead don’t die, del estadounidense Jim Jarmusch, inaugurará mañana la competición y es una de las 21 que optan a la Palma de Oro. Entre ellas también Dolor y gloria, del español Pedro Almodóvar, en su sexto intento por lograr el máximo premio.
Todo en la ciudad respira cine: tengan o no sus películas en liza, algunas productoras aprovechan el foco mediático para anunciar sus próximos estrenos en los grandes establecimientos de la Croisette.
Rocky V, Rocketman (cinta biográfica sobre Elton John) o la nueva entrega de Angry Birds, The Angry Birds Movie 2, son algunas de las que utilizan ese escaparate para abrir el apetito cinematográfico y darse a conocer, en un año en el que pese a todo la presencia en las fachadas es mucho más discreta.
Y entre todos los carteles, uno omnipresente, el que da imagen a esta 72 edición. El póster oficial homenajea a la cineasta francesa Agnès Varda, fallecida en marzo a los 90 años, que en la imagen aparece inmersa en el rodaje de su ópera prima, La Pointe Courte.
La fotografía, anaranjada, tiñe de color las calles de Cannes, donde su alcalde, el conservador David Lisnard, efectuó este lunes una última ronda de control para asegurarse de que la inmensa logística urbana y de seguridad está lista para acompañar el desarrollo del festival.
Sus normalmente 74 mil habitantes habituales alcanzarán estos días los cerca de 210 mil, una invasión ante la que algunos residentes optan por escapar mientras hacen negocio con el alquiler de sus apartamentos, y que para otros supone un agradable cambio de rutina.
“No me molesta para nada, al contrario, da un poco de vitalidad”, apunta Philippe, jubilado de 87 años que desde hace 20 vive en Cannes, y que estos días querría cruzarse en persona con el francés Alain Delon, a quien el domingo se le entregará la Palma de Oro de Honor.
*EFE