Son las 8 de la mañana, y 35 pequeños de entre 3 y 20 meses de edad gritan, corren y juegan, esperando su turno para tomar el desayuno en el área de Sala Cuna I, en la Casa del Niño No.1, de la Sociedad Protectora del Niño.
Entre niñeras y voluntarias, 7 mujeres los atienden cantando, bailando, preparando las pachas, sirviendo los desayunos y poniéndoles baberos.
La Sociedad Protectora del Niño tiene 6 guarderías, conocidas como Casas del Niño, en las cuales en cada una se atiende aproximadamente a 300 niños, entre las edades de 3 meses y 6 años, en jornadas de 7:00 a 18:00.
Surgida en 1920, con la intención de atender a los niños en sus primeros años de vida, para que puedan desarrollarse física, mental y afectivamente de manera apropiada, el objetivo de esta institución es brindar apoyo a los padres y madres solteras que trabajan.
Las niñeras reciben un año de entrenamiento intensivo, empezando por una semana de trabajo directo con los niños, bajo supervisión de una niñera graduada, para conocer su vocación, paciencia y tolerancia. Al superar esta prueba pueden empezar sus estudios en la Escuela de Niñeras.
El vínculo emocional que generan las niñeras con los pequeños es intenso, y aunque no se trata de las madres biológicas, la dedicación y cariño con que atienden a los menores es notable. Su trabajo trasciende los aspectos de cuidado y alimentación, pues los niños allí aprenden a comer, gatear, caminar, dicen sus primeras palabras y llegan a sus primeros años escolares.
Las niñeras consideran un privilegio poder vivir estas experiencias con los niños y bebés, aunque algunas aún son solteras. Todas coinciden: para este trabajo tan intenso se necesita vocación.
- Texto y fotos: Dafne Pérez.