La afición mostró su apoyo a su exportero Casillas.
Dos goles del hispano-dominicano Mariano Díaz cambiaron ayer la imagen del Real Madrid, como pidió Zinedine Zidane, contra un Villarreal al que venció 3-2 y que, por lo tanto, tendrá que esperar hasta el final para sellar su permanencia, en un duelo que comenzó marcado por el apoyo del madridismo a su eterno capitán, Iker Casillas.
Debió ser un día especial en el Santiago Bernabéu, pero a estas alturas el madridismo no está para poblar las gradas de su estadio. La decepción de un curso repleto de sufrimiento propició la entrada más pobre de toda la temporada el día en el que se mandó un mensaje de admiración eterna y ánimo a Iker Casillas. El homenaje perdió emoción por la imagen de la grada, pero no trascendencia.
En el campo surtió efecto el toque serio de Zinedine Zidane después del esperpento de Vallecas. El Real Madrid volvió a enchufarse y, ya que la penitencia hay que cumplirla hasta el final, salió a divertirse frente a un rival que juega y deja jugar como el Villarreal.
Nada más nacer el encuentro, Mariano marcaba su primer tanto, a los dos minutos, después de un exceso de confianza de Santi Cazorla. Repetía ese error Casemiro a los once, para el tanto del empate de Gerard Moreno en los únicos momentos en los que el Villarreal sintió opciones de puntuar.
En un encuentro de numerosas ocasiones y vistoso para el espectador que acudió al Santiago Bernabéu, que tuvo la peor entrada de la temporada con menos de 47 mil aficionados, Vallejo adelantó al equipo de Zinedine Zidane en el minuto 40 y la sentencia llegó a los 49 minutos, a placer, con el segundo tanto de Mariano. El segundo del Villarreal se dio a los 94 minutos, marcado por Jaume Costa. Ya no hubo tiempo para más.