Sugiero a los deportistas guatemaltecos tomar muy en cuenta el penoso caso de la exatleta estadounidense Marion Jones, quien oportunamente confesó que durante los Juegos Olímpicos Sydney 2000 consumió drogas que dieron como resultado que obtuviera 5 medallas.
Después vendría el otro lado de la moneda; la parte oscura de la historia: en un escrito contenido en los documentos judiciales que la juzgaban, se expresó que había pasado de ser una heroína americana a ser una vergüenza nacional. El público la desdeñó, después de adorarla, y su caída fue castigada en forma severa: fue despojada de sus medallas y de sus resultados.
Y aunque sus abogados lucharon porque no fuera condenada a prisión y no estuviera suspendida 4 años, el pueblo norteamericano sufrió una fuerte decepción y no volvió a creer en ella.
En Guatemala contamos con una ley que regula el uso de anabólicos, esteroides y otras sustancias peligrosas, la cual de alguna manera ha de servir para que nuestros deportistas sepan que el consumo de sustancias químicas para mejorar el rendimiento atlético está penado, y ojalá esto sirva de disuasivo para que nuestros jóvenes no caigan en el error que cometió Marion Jones, que es penoso para el deporte, la familia de los atletas y el país en general, pero muy especialmente para ellos mismos.
Tomando en cuenta que los atletas son un estandarte para la juventud, sería penoso que en determinado momento pudieran ver en los deportistas a gente que cae en esas malas prácticas, y lo más seguro es que pensarían que ellos también tienen derecho a practicar las mismas costumbres, y esto sería algo funesto para todos.
Por esta razón es de esperar que los padres de familia también pongan lo mejor de su parte para vigilar y aconsejar a sus hijos deportistas a practicar siempre el juego limpio, no consumiendo drogas que puedan mejorar su rendimiento, pero también poner en riesgo su propia vida.
- Enrique Bremerman