Bernardo Silva y Leroy Sané demostraron por qué el rey actual de Manchester es el City, y 2 goles suyos en la segunda parte sirvieron para hundir a un United venido a menos y despojado de su identidad.
En Inglaterra el partido se había promocionado como la lucha final por la Premier, con un Manchester United herido en su orgullo por la derrota 4-0 contra el Everton, y un Manchester City dependiendo de sí mismo para levantar el título.
Al United se le abría la duda de entregarle en bandeja el título al Liverpool, su máximo rival, sacando un buen resultado frente al City, o alejarle la liga, perdiendo. Sin embargo esto reduciría sus opciones de alcanzar la Liga de Campeones e iría en contra del espíritu del United.
Ole Gunnar Solskjaer sacó una línea de 5 en defensa y lo confió todo en la rapidez arriba de Marcus Rashford, que podría aprovechar la lentitud de Vincent Kompany y Aymeric Laporte, y la inexperiencia de Oleksandr Zinchenko; y el plan le sirvió para frenar al City durante todo el primer tiempo.
La victoria sirvió para terminar de poner sobre la mesa la gran reconstrucción que tiene que realizar el United para volver a luchar por la Premier, esa que sigue mirando de reojo el City mientras sigue engullendo rivales. Londres, EFE