Existen registros históricos que se refieren a la llegada de las primeras plantas de café a Guatemala, a finales del siglo XVII, como resultado de una iniciativa desarrollada por sacerdotes jesuitas. Después de más de tres siglos de experiencia obtenida en los procesos de cultivo en el país, se ha logrado producir café de extraordinaria calidad, el cual es de la preferencia en los principales mercados, como Norteamérica, Europa y algunas regiones de Asia. La gran demanda del aromático ha llevado a la industria productiva guatemalteca a ocupar el décimo lugar en el mundo.
En la década de los 60, la denominada Ley del Café permitió a los productores dirigir los destinos de su propia industria. Actualmente, la caficultura es una actividad de relevancia, la cual genera sostenibilidad económica, ambiental y social. Más de medio millón de personas son empleadas anualmente, y constituye entre el 2.5% y el 3.5% del producto interno bruto del país.
En 2018, el café de Guatemala fue declarado Patrimonio Cultural Intangible de la Nación.