El papa Francisco pidió ayer a las sociedades que se liberen “de los tentáculos del consumismo y de las trampas del egoísmo”, que provocan insatisfacción y cierran los corazones “a las necesidades de los pobres”.
“Necesitamos liberarnos de los tentáculos del consumismo y de las trampas del egoísmo, de querer cada vez más, de no estar nunca satisfechos, del corazón cerrado a las necesidades de los pobres”, dijo Francisco durante la misa del Miércoles de Ceniza, que presidió en la basílica romana de Santa Sabina.
En su homilía, el papa criticó que a menudo se persiguen “cosas transitorias, que van y vienen”, pero que no tienen importancia, y afirmó que tras la muerte ninguna de estas preocupaciones perdurará, porque “las realidades terrenales se desvanecen”.
“De tantas cosas que tienes en la mente, detrás de las que corres y te preocupas cada día, nada quedará. Por mucho que te afanes, no te llevarás ninguna riqueza de la vida. Las realidades terrenales se desvanecen, como el polvo en el viento”, apuntó.
En esta línea, señaló que “los bienes son pasajeros, el poder pasa, el éxito termina” y rechazó “la cultura de la apariencia” que actualmente domina las sociedades y las lleva a vivir “un gran engaño”. Roma, EFE