Estos elementos están inevitablemente asociados con esta fecha.
Si el Miércoles de Ceniza se distingue por dar inicio a una temporada marcada por la solemnidad, el Carnaval, la celebración que lo antecede, es todo lo contrario. Esta tradición busca llevar el término “fiesta” hasta su máximo esplendor, por lo que abunda en extravagancias. Eso sí, cada país en el que se festeja le ha aportado su propio estilo y le ha añadido elementos que inevitablemente asociamos con esta fecha.
Cascarones
Especialmente entre los más jóvenes, en Guatemala el Martes de Carnaval se celebra con la “quiebra de cascarones”. En esta tradición los niños persiguen a sus compañeros, amigos y familiares para estrellarles un cascarón, relleno de pica pica, sobre la cabeza. Estas piezas, que son elaboradas artesanalmente, se distinguen por sus diseños y colores, y por poseer una pequeña cubierta de papel de china.
Máscaras
La relación entre carnaval y antifaz tiene su origen en la Europa en el siglo XVII, pues durante esta fiesta “todo era permitido”, pero sin mostrar la identidad. Las máscaras más tradicionales, sin duda, son las venecianas, con sus extravagantes diseños de plumas y brillos. Sin embargo, también hay versiones más contemporáneas, como las de personajes famosos y superhéroes.
Disfraces
Esta celebración sirve para convertirse en alguien más. Por eso, los niños participan en concursos escolares a los que llegan ataviados como Capitán América o Iron Man, entre muchos otros. Aunque en Guatemala no se estila mucho, en algunos países, como en España, los adultos también dejan volar su creatividad y se disfrazan como personajes de moda.
Las carrozas
En esta fecha, las carrozas no son creadas únicamente para transportar a la Reina de Carnaval, sino para destacar distintos temas o personajes. Estos vehículos se distinguen por contar una historia, transmitir un mensaje o elevar una crítica, de la mano de figuras a gran escala, que son el resultado de un trabajo colectivo y de varios meses.
Los desfiles
Pero esta fiesta, además, se pasea por las calles, avenidas y plazas del mundo entero, hasta donde los ciudadanos asisten para deleitarse con coreografías llenas de color e ingenio. El más famoso es el de Río de Janeiro, pero Guatemala tiene el de Mazatenango, Suchitepéquez, que incorpora bailes típicos y comparsas, a cargo de colegios, institutos, colectivos y empresas.