La institución inauguró la sala Cofradías: trama y urdimbre y renovó la galería Carmen L. Pettersen.
El Museo Ixchel del Traje Indígena inauguró recientemente la sala Cofradías: trama y urdimbre, dedicada a la indumentaria ceremonial utilizada por las cofradías de las etnias cakchiqueles e ixiles. La institución, además, renovó la galería Carmen L. Pettersen, en las que prendas del altiplano son resaltadas mediante acuarelas. Descubra estos nuevos espacios, de lunes a viernes de 9:00 a 17:00, y sábados de 9:00 a 13:00, en la 6a. calle final, zona 10, Universidad Francisco Marroquín. Admisión Q45.
Atracción
Al caminar por los pasillos del Museo Ixchel del Traje Indígena, la atención se desvía hacia la sala Cofradías: trama y urdimbre. Los mantos colocados en las paredes negras evocan altares, y el telar de pie que cuelga de su techo llena el ambiente de sincretismo. “Queríamos recrear una cofradía dentro del espacio. Consideramos que, además de brindar datos históricos y etnográficos, debe haber un atractivo visual para fomentar una cultura de museo entre los más jóvenes”, explica la curadora Violeta Gutiérrez.
Investigación de campo
Más allá de los detalles decorativos, entre los que se contemplan insignias de plata, chachales, floreros y canastos de pompones, destaca una serie de no menos de 50 piezas textiles. Estas prendas, utilizadas como indumentaria ceremonial, son el resultado de una investigación de campo realizada por la institución, en seis comunidades indígenas.
El estudio, señala Gutiérrez, abarcó el territorio cakchiquel de San Juan Comalapa, Patzicía y San Martín Jilotepeque, en Chimaltenango; y el ixil en San Juan Cotzal, Nebaj y Chajul, en Quiché. “Nuestro objetivo es documentar la tradición textil en distintas áreas. En este caso el de aquellas confecciones ceremoniales que son características de estos grupos religiosos”, expresa la curadora.
Cuidados
La colección incluye prendas que van de 1920 a la actualidad y, por la delicadeza de algunos materiales, explica Gutiérrez, solo podrá estar expuesta durante tres años. Para su conservación, se elaboró un sistema especial de montaje, que comienza con el cuidado de las fibras, por medio de costuras especiales, y concluye en vitrinas con detección y alerta de humedad. La iluminación fue otro factor importante, pues se ubicó estratégicamente para prevenir la decoloración de las prendas.
Desde el pincel
El museo, además, renovó la galería Carmen L. Pettersen, que propone un diálogo entre el textil original y el retrato elaborado por la artista plástica guatemalteca. Dentro de las 61 obras expuestas, es posible observar trajes ceremoniales, de cofradía y de uso diario.