Guatemala ha sido el escenario de romances que no han acabado como en las películas de Hollywood.
Contrario a lo que pintan las películas de Hollywood, un buen porcentaje de las historias de amor no acaba en “Y fueron felices para siempre”. De hecho, en su cultura popular Guatemala alberga romances que tuvieron un desenlace trágico y que hoy retomamos en ocasión del Día de San Valentín.
La gitana enamorada
A diario, muchas personas se acercan hasta la tumba de Vanushka, en el Cementerio General de Quetzaltenango, para colocar flores y pedir su “ayuda” en temas de amor. Su popularidad es tal que incluso la agrupación Alux Nahual le dedicó una de sus canciones, mas su leyenda se remonta a hace al menos 100 años.
Según la historia popular, Vanushka fue una gitana que llegó al país como parte de un circo europeo. Su talento y gran belleza impresionaron a muchos, mas su corazón solo fue flechado por el hijo del gobernador. El amor, sin embargo, encontró oponentes y el padre del muchacho lo envió a España para alejarlos. Aunque la chica prometió esperarlo, la tristeza de no verlo fue más fuerte y pronto murió.
Un amor sin ventura
La historia entre Pedro de Alvarado y Beatriz de la Cueva empezó de forma inusual. En 1528 el conquistador se casó con Francisca, la hermana mayor de Beatriz, quien falleció solo unos meses más tarde. Luego de obtener una dispensa papal, 10 años después de enviudar, Pedro unió su vida a la de su ex cuñada a la que al menos sacaba 15 años.
La pareja llegó a Santiago de los Caballeros con todos los lujos que su condición les permitía, mas su felicidad apenas duró un par de años. En 1541, Alvarado murió durante una expedición y, rota por el dolor, Beatriz mandó a pintar todas las paredes de su residencia de negro en señal de luto.
Al enviudar, ocupó el cargo de gobernadora de Guatemala. Sin embargo, para ella, Dios no tenía más mal que hacerle y por eso se convirtió en La Sin Ventura, un nombre con el que empezó a firmar para borrar cualquier evidencia de su pasado. Su vida acabó poco tiempo después, a causa de un alud.
Hombre de palabra
La niña de Guatemala es algo más que un poema de José Martí. Todo comenzó en 1877, cuando el poeta llegó a nuestro país y se dedicó a asistir a diversas tertulias. En una de ellas conoció a la joven hija de Miguel García Granados, María García Granados y Saborío, de quien pronto se enamoró.
Aunque el amor era correspondido había un obstáculo: Martí estaba comprometido para con otra mujer y, como hombre de la época, cumplió con su palabra. Poco después del matrimonio del escritor, la adolescente enfermó y falleció, lo que dio origen aquellas míticas líneas que acompañan a “la niña de Guatemala, la que se murió de amor.”
Fuentes: Libro A dónde quiera que te lleve la suerte, de Jose Luis Hernández; revista La Jiribilla Cuba y blog Leyendas de
Quetzaltenango.