Agradezco cuando en la música dos de tus artistas favoritos unen fuerzas para producir material en complicidad. Sobre todo si se habla de una leyenda como Anton Newcombe, músico americano y cerebro detrás de la legendaria banda The Brian Jonestown Massacre. Con senda trayectoria, es un artista que no necesita ninguna presentación.
En esta ocasión, Newcombe vuelve a unir fuerzas con la talentosa compositora canadiense Tess Parks, también con un reco-
rrido bastante exquisito. No es primera vez que este par de luminarias se reúne para crear. Antes de este nuevo trabajo, que lleva por nombre simplemente Tess Parks & Anton Newcombe, habían grabado el disco I Declare Nothing. El álbum generó buena crítica que celebraba, sobre todo, la voz de Parks junto a los sonidos hipnóticos de las melodías de Newcombe.
Sin duda, puedo decir que la voz de Tess era lo que necesitaba Newcombe para que su música fuera perfecta. Escucharla se siente como si cayera en una especie de viaje astral, en horas de la madrugada, del cual uno no quiere despertar jamás, convirtiéndose en una versión delicada de The Brian Jonestown Massacre.
En este nuevo material la fórmula no dista de ser la misma, lo que no tiene nada de malo, ya que funciona muy bien. Es solo que sucede que se siente mejor y más madura. Como si estos compañeros de crimen finalmente encontraron por dónde es la cosa, por dónde es que nos quieren llevar.
He sido fan de ambos desde hace mucho tiempo, sobre todo de Anton Newcombe y sus proyectos musicales. Este disco refuerza mi teoría acerca del poder creativo de los músicos, al producir su trabajo de forma un poco más independiente. Les prometo que sé de lo que hablo, pero cuando de música se trata, adquiere características invaluables. Sabemos que lo que escuchamos es diferente, como si viniera de otra dimensión, lejos de toda manufactura hecha para complacer a una masa que no tiene idea de lo que escucha. O, más bien, que jamás la ha tenido.
Claro está que al final cada quien disfruta de lo que se le dé la gana. Digamos que la democracia aplica hasta en la música. Sin embargo, escuchar proyectos como estos, refrescantes y en los que los músicos no dejan a un lado el arte, hace que lo que escucho, a veces por curiosidad, en la radio y los top 50 locales de Deezer y Spotify se convierta en un ejercicio de puro masoquismo.
Para Escuchar: Bindle, Mount Pleasant y Talking About The Weather.