Un cuento de hadas reciclado desde la perspectiva feminista y la ciencia-ficción ha llevado a Sundance a la cineasta española Alice Waddington, quien al presentar Paradise Hills, con un elenco muy hollywoodiense, aseguró que el ego no es un aliado adecuado al filmar una primera cinta.
“Traté de afrontar mi primera película apoyándome en las cosas que ya sabía hacer y escuchando todo lo posible. Muchas veces el ego de estar haciendo una ópera prima, con actores y actrices, en este caso de prestigio, es muy fácil que te arrastre. Pero creo que el ego nunca es un buen consejero o compañero de camino”, aseguró la cineasta a Efe.
Waddington (Bilbao, España, 1990) estrenó ayer en el Festival de Sundance, la cita más importante del cine independiente en EE. UU., Paradise Hills, su debut en el largometraje y que, además de tener un guion firmado por Nacho Vigalondo y Brian DeLeeuw, presenta un sólido reparto liderado por Emma Roberts, Milla Jovovich y Eiza González.
“Estaban todas entre mis primeras opciones. Y es el mejor casting que me podía imaginar”, afirmó con una sonrisa.
Entre preparativos para la premiere y el ritmo frenético de un certamen que sucede en las frías montañas de Utah, Waddington dijo que Sundance representa la culminación de un esfuerzo y un trabajo en equipo tremendo: “Es algo que jamás me hubiera imaginado que pudiera pasar, pero siempre lo sueñas y deseas secretamente”.
Paradise Hills cuenta la historia de una joven (Emma Roberts) que se despierta en una extraña isla a la que, en una institución mitad reformatorio y mitad escuela de élite, son enviadas adolescentes de familias ricas. El centro, que dirige el personaje de Milla Jovovich, encierra escalofriantes secretos.
La presión social sobre las mujeres o los arquetipos femeninos marcados por el discurso machista son algunos temas que aparecen en el filme. “Me dicen mucho que es como un cuento de ciencia-ficción feminista y creo que es una buena descripción”, apuntó al imaginar “cómo sería una institución en la que obligaran a las chicas a comportarse de una forma antigua”.
Con una ingeniosa y muy cuidada dirección de arte, capaz de plantear una estética de cuento de hadas de Disney con un trasfondo siniestro, Paradise Hills reflexiona acerca de las historias infantiles tradicionales.
“Los cuentos clásicos, pensando en Perrault o Andersen, tienen ese punto de estructuras patriarcales, más que nada porque las narrativas tienen principio y fin, y se consideraba en esa época que el principio y fin de las mujeres era nacer, conseguir dinero para su familia mediante un matrimonio, y morir, o bien, ‘vivieron felices y comieron perdices'”, afirmó.
“Pero en nuestra película intentamos subvertir esto empezando en un matrimonio que parece feliz y luego desgranamos lo que eso significa para la protagonista”, aclaró.
Waddington afirmó que es una película hecha para su yo de 14 años, al que le gustaba El señor de los anillos y La historia interminable y nunca se veía representada en esas narrativas. “Me encantaban, las amo, pero no veía a mis amigas o a mí como protagonistas. Y yo también quería rescatar princesas y engañar a dragones”, contó.
Inspirada en la lectura “subversiva” de cuentos de autoras como Angela Carter, Waddington dijo ser consciente de que ahora el feminismo forma parte del discurso mainstream: “Pero también te digo que escribí el tratamiento (paso previo al guion) en 2015, antes del Me Too, que me parece un movimiento totalmente imprescindible y necesario”.
También se mostró afortunada por haber estado “protegida” por sus productores “para hacer lo que quisiera”, algo que no siempre pasa. “Hace muchos años me encontré con una persona que me decía que era estupendo que escribiera una película y que ahora solo faltaba que encontrara productores que quisieran trabajar con una chica guapa”, recordó.
Con una carrera que pasó por la fotografía o la publicidad antes de llamar la atención del circuito cinéfilo con el cortometraje Disco Inferno (2015), Waddington destacó la aportación de Vigalondo en el guion de Paradise Hills.
“Me conoce lo suficientemente bien para poder ser, digamos, mi voz femenina en una historia (…). Tiene una capacidad muy excéntrica para contar historias complejas de la forma más simple posible. Y eso es algo que me encantaría tener y que no soy capaz todavía”, cerró.
*David Villafranca, EFE