La euforia, la música, los banderines al aire, los cánticos y, sobre todo, la ilusión intacta por un México mejor se desplegaron el sábado último en un multitudinario acto popular en el Zócalo de la capital, para festejar la toma de posesión de Andrés Manuel López Obrador como Presidente de la República.
Riadas de gente llegaron a la plaza principal frente al Palacio Nacional para escuchar el discurso del primer presidente izquierdista en varias décadas, quien reiteró su postura antineoliberal y en favor de las clases más
desfavorecidas.
En medio del júbilo, no faltaron los puestos callejeros que ponían a la venta objetos como muñecos de trapo o llaveros con el rostro del nuevo jefe de Estado, algo más propio de un superhéroe que de un político.
También había a la venta banderas del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), partido político con el que López Obrador ganó por mayoría absoluta en los comicios del pasado 1 de julio. Asimismo, los ciudadanos agitaron con fuerza las banderas mientras entonaban el ya mítico cántico Es un honor estar con Obrador.
Pudo verse también grupos de baile tradicional procedentes de los estados de Oaxaca, Morelos e Hidalgo, entre otros, haciendo gala de coloridas vestimentas y de un ritmo imparable.
Aunque el sol golpeaba fuerte, esto no impidió que la muchedumbre se aproximara al escenario en el que grupos como Calle 13 o la soprano Regina Orozco hicieron bailar a cerca de 120 mil personas.
Más adelante se celebró una ceremonia, en la que representantes de los 68 pueblos indígenas mexicanos entregaron el bastón de mando de sus comunidades al nuevo Presidente.