El gremio periodístico guatemalteco conmemora hoy su día, en una coyuntura en la cual los cambios tecnológicos que se suceden con vertiginosa rapidez han transformado las actividades cotidianas, especialmente de esta profesión.
Como resultado de esa dinámica ha surgido el periodismo digital, que, debido al auge que ha tomado, ha ampliado el conjunto de medios de comunicación tradicionales con una constelación de estos por Internet, más ágiles, más eficientes y más atractivos.
“El periodismo digital es un producto interactivo y multimedia, que integra el texto, la imagen, el vídeo y el sonido y está revolucionando los conceptos básicos del periodismo impreso”, dijo Edna Arreaga Reyna, licenciada en Ciencias de la Comunicación.
En los periódicos digitales la información, convertida en unidades informáticas, es enviada a una red virtual, a la que el usuario tiene acceso mediante una computadora o cualquier otro dispositivo con Internet.
La difusión de información sigue estrechamente los acontecimientos, y los usuarios pueden conocerlos con inmediatez.
Orígenes del cambio
Los cambios en el ámbito del periodismo tienen su origen en la revolución de las comunicaciones: la digitalización de la imagen y del sonido.
En 1947, Claude Shannon formuló la Teoría de la información y presentó una definición operativa de la unidad de información: el bit (binary digit). Así, el tratamiento de la información pasó del etéreo y undívago marco verbalista al preciso y riguroso marco de la ciencia y suministró el fundameno teórico para el desarrollo de la tecnología digital.
El surgimiento de Internet y el acceso a computadoras personales hicieron posible el periodismo digital: el primer periódico electrónico apareció en Inglaterra, con el nombre “Viewtel 201”, en marzo de 1979. En 1985, Internet alcanzó su madurez..
Rompieron la barrera
En 1996 se produjo en Guatemala el primer periódico digital: “En Línea”, un proyecto de la Universidad de San Carlos, hecho por un grupo de estudiantes de la Escuela de Ciencias de la Comunicación, de acuerdo con los registros. Adolfo Blanco Ávila